El concepto de niño o niña interior no es nuevo, pero cada vez más se recurre a él para hablar de reconectar consigo y conocerse mejor.

1. Recuérdala. ¿Cómo eras de niña qué te gustaba?, ¿qué cosas disfrutabas? Busca una foto tuya de cuando tenías cinco años de edad. Miráte ¿qué ves en esa imagen?

2. Déjala salir. Seguro había actividades que disfrutabas hacer mucho cuando eras pequeña pero con el tiempo las dejaste de hacer. Al madurar pensaste que ya no tenías tiempo o edad para bailar, pintar, inventar o pasar tiempo con amigas. Recuperar esas actividades te hará mucho bien. Permite que tú niña interior salga y se divierta.

3. Háblale con amabilidad. Mucho de ese discurso negativo que ronda todo el día entre tus pensamientos -¡qué tonta eres!, ¿cómo pudiste?, eres muy aburrida, no sabes hacer nada- es un calco de palabras escuchadas en la infancia por los adultos o hasta por otros niños a los que también le dijeron lo mismo. Aprende a identificar ese discurso. Recházalo porque no es tuyo ni tiene que ver contigo. Háblate amablemente siempre.

4. Consuélala. Hay situaciones o personas que te llevan a reaccionar de una manera que te sorprende. Luego te dices: ‘actúe como una niña’ o ‘no debí ponerme así’. Ante momentos difíciles o personas que nos recuerdan el pasado de una mala manera pueden aflorar comportamientos o actitudes de las que después te arrepientes. Aprende a detectar cuándo o ante qué situaciones te ocurre esto. Los niños suelen ser etiquetados por los adultos: ‘tonto’, ‘despistado’, ‘lento’ y aunque todas las etiquetas son un error las personas que las reciben las llevan consiguen y le causan dolor. Se amable contigo y busca ayuda psicológica para atender esos problemas que no están resueltos.

5. Dale lo que no tuvo. Por diversas razones, no intencionales, los adultos a cargo de los niños pueden no darle lo que necesitan: compañía, amor, seguridad. Hay familias tan restrictivas que privan a sus hijos de la compañía de sus amigos o de disfrutar de sana diversión. Ahora como adulto puedes buscar, de una forma adecuada, compensar eso. Si no se se te permitía tener amigos procura encontrar grupos donde compartas tus intereses, si en tu familia era muy difícil expresar amor, da un pequeño paso y di ‘te quiero’, frente al espejo. Díselo a las personas que amas. Díselo a tus hijos, te sorprenderá cómo eso los cambiará.

6. Tenle paciencia. Muchas de esas conductas nuestras que nos molestan tienen que ver con problemas no resueltos en la infancia. Y repetimos no es que los padres tienen la culpa de todo, los padres suelen hacer lo mejor que pueden. Pero tal vez de niño aprendiste a usar como escudo el silencio si en tú casa te decían ruidoso o te apartabas de los demás para no ser lastimado o hacías berrinches cuando querías algo y no te lo daban. Cambiar esas conductas puede costar tiempo, esfuerzo y requerir de ayuda de un especialista. Recuerda que esas conductas no te definen y puedes trabajar en cambiarlas.

7. Escríbele una carta. Pon en palabras o graba un audio para esa niña que fuiste y que en parte sigue en tú interior. Cuéntale sobre cómo te ha ido. Dile cuáles de esos sueños que tenía de niña se han cumplido y cuáles quedaron rezagados, pero podrían ser retomados. Prométele cuidado y amor.


Nota: Este artículo ofrece recomendaciones generales que no reemplazan la terapia ni la consulta con un especialista en psicología. Busque ayuda para recibir un tratamiento individual por parte de un profesional.