Todo en ella suena a cambio. Es joven, es latina, su color de piel es oscura, maneja con desparpajo las redes sociales y era mesera en un restaurante de Manhattan antes de tambalear con sus broncas apabullantes el congreso de Estados Unidos.
Alexandria Ocasio-Cortez encarna todos los ideales frente a los muros y el miedo de Donald Trump. Se sienta al ala más izquierda de los demócratas en el país neoliberal por antonomasia. Por eso, su defensa acérrima de un sistema público de salud, de la cancelación de la policía migratoria (ICE), de que las universidades públicas sean gratuitas o de poner freno al cambio climático suenan como una amenaza para la estabilidad de la sociedad americana.
Netflix tampoco ha podido resistirse a la historia de esta luchadora empedernida que ha hecho de la honestidad –un elemento raro en las filas de los congresistas- su bandera. El documental A la conquista del congreso, dirigido por Rachel Lears, es una oda a la pasión en política, a la lucha de las mujeres y de las minorías. Sitúa a Ocasio-Cortez en plena campaña, desplegada con el dinero mínimo, recorriendo con arrojo y entusiasmo las calles donde vive la clase obrera del barrio del Bronx y Queens.
Ella misma se define así: “Me postulo para representar al Bronx. Soy ‘bronxite’ de tercera generación. Soy latina, soy boricua, soy descendiente de los indios taínos, soy descendiente de esclavos africanos. ¡Estoy orgullosa de ser estadounidense! Pero debemos estar a la altura de esa promesa”.
Alexandria Ocasio-Cortez debuta en Netflix
La vemos también en su ámbito más privado. Su padre murió de cáncer en 2008, lo que arrastró casi a la quiebra a su familia. Ella estaba en la universidad y tuvo que trabajar como camarera en un bar de copas para pagarse los estudios. “Por eso nos llaman clase trabajadora, porque trabajamos sin parar”, cuenta, mientras agita una coctelera. “Cuando terminé la universidad debía mi crédito universitario, tenía que pagar 300 dólares al mes y, como había muerto mi padre, mi madre estaba a punto de ser desahuciada”, remacha.
Todo el mundo sabe quién es. Su irrupción en el mundo político ha creado todo un fenómeno, miles de personas se han enamorado de ella. Los videos de sus discursos altisonantes se hacen virales en cuestión de minutos en las redes sociales. Por eso el documental pone el acento en el cómo lo logró.
¿Cómo consiguió entrar por la puerta grande del Congreso estadounidense sin dinero, sin avales, sin lobbies, sin marketing, sin experiencia?
La clave de su éxito sale de la movilización ciudadana, aupada por la plataforma Justice Democrats and Brand New Congress: un grupo de jóvenes cercanos al socialista demócrata Bernie Sanders. Su estrategia no es otra que ir de casa en casa y mostrarse como una vecina más escuchando los problemas de quien se encuentra por el camino.
Para Ocasio-Cortez, el bipartidismo está superado, aunque se postule como candidata con los demócratas: “No va de demócratas ni republicanos. No es una lucha entre la derecha y la izquierda, sino entre arriba y abajo”, insiste. “Nos enfrentamos a un adversario que recibe tres millones de dólares de Wall Street, las inmobiliarias y las compañías farmacéuticas, necesitamos reunir el valor para defender a los trabajadores”, agrega.
Alexandria Ocasio-Cortez debuta en Netflix
El documental de Neftlix también explora las historias de otras tres mujeres que desafiaron los clichés tradicionales de la política y que retaron en las primarias de 2018 a demócratas muy asentados en el poder.
Se trata de Amy Vilela, que intentó entrar en el Congreso por Nevada; Cori Bush, que hizo lo propio en Misuri; y Paula Jean Swearengin, que participó en las primarias de Virginia Occidental al Senado.
Sus figuras desafían al estereotipo de belleza occidental. Ni son delgadas, ni blancas, ni visten de marcas de lujo. Pero representan a la comunidad que dicen defender. “Prepararse para las mujeres implica tomar todo tipo de decisiones. Existe un protocolo estándar sobre cómo debe vestir un hombre que quiere ostentar un cargo, pero una mujer tiene que estar muy segura de cómo debe ir”, explican en el documental.
Cuando la película ganó el premio del público en el Festival de Sundance, Alexandria Ocasio-Cortez ya se había convertido en un ejemplo para muchas mujeres que quieren seguir sus pasos poniendo contra las cuerdas al gobierno de Trump. La pena es que de momento no podamos verla sentada en el despacho oval de la Casa Blanca. Ocasio no puede ser candidata porque es menor de 35 años, la edad mínima requerida.