Con la barbilla apoyada sobre sus manos, Alexandra Lara, técnica de investigación arqueológica del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés), observa fijamente un par de docenas de piezas de cerámica color arena.

“Cuando no tienes patrones, es mucho más difícil”, dijo, señalando los diseños decorativos en un lado y los signos de uso en el otro. Lara ya había agrupado en pilas los tiestos -el término técnico para las piezas de cerámica rotas-, pero aún le faltaba una pieza clave para mantener unida la estructura.

Junto a otras nueve personas, Lara estaba aprendiendo de Aureliano “Yeyo” Valencia, un técnico de investigación arqueológica que ha trabajado en STRI durante 40 años, a reconstruir cerámica precolombina. “Todo lo que encontramos, todo lo que es arqueología, es parte de nuestra cultura”, dijo. Durante seis días, en mayo pasado, Valencia dictó en Panamá un taller sobre cómo reconstruir cerámicas precolombinas. Estaba ansioso por compartir lo que sabía sobre la conservación y restauración de cerámica con un público más joven con la esperanza de que algunos continúen con el trabajo; la mayoría de los participantes del taller provenían de universidades panameñas. También quiso compartir otro mensaje: “solo estamos de paso [en la historia]”.

Arqueólogos en Panamá aprenden a reconstruir el pasado

Aureliano 'Yeyo' Valencia, técnico de investigación arqueológica, y Alexandra Lara debaten sobre cómo podrían encajar los fragmentos de cerámica. Crédito: Jorge Aleman

Valencia pasó la mayor parte de su larga carrera trabajando junto al científico y arqueólogo de STRI, Richard Cooke (1946-2023). Los dos se conocieron en 1979 mientras trabajaban en el Casco Antiguo, la antigua ciudad amurallada de Panamá construida en el siglo XVII. Cooke estaba examinando una de las estructuras históricas del distrito mientras Valencia trabajaba en una obra de construcción. Cooke le ofreció a Valencia y a algunos de sus compañeros de trabajo la oportunidad de trabajar con él en arqueología: “Bueno, cambiamos de trabajo. En lugar de subir y bajar ladrillos, trabajábamos con cepillos y palustres”, recuerda Valencia entre risas.

Aprendió a reconstruir cerámica en la década de 1990 durante un curso impartido por el restaurador panameño Jacinto Almendra. Perfeccionó sus habilidades durante un año en el Museo Antropológico Reina Torres de Arauz en la ciudad de Panamá antes de trabajar con piezas recuperadas de las excavaciones de Cooke en el Cerro Juan Díaz, en la provincia panameña de Los Santos.

Todas las piezas de este taller proceden del Proyecto Arqueológico Sitio Drago, en Isla Colón de Bocas del Toro (Panamá), un yacimiento que data de entre los años 700 y 1450 d.C.

Arqueólogos en Panamá aprenden a reconstruir el pasado

Cuando los tiestos son demasiado grandes para los palillos, unas abrazaderas de gran resistencia ayudan a sujetar las piezas mientras se secan. La mayor presión y peso de las abrazaderas supone un riesgo, pero la sujeción es mucho más firme. Crédito: Jorge Aleman

Carly Pope, estudiante de doctorado del Programa Interdepartamental de Arqueología de la Universidad de California en Los Ángeles y becaria de corto plazo en STRI, organizó el taller y seleccionó las cerámicas para la reconstrucción. El doctor Thomas Wake, asesor de Pope e investigador asociado en STRI, excavó inicialmente estos materiales en Sitio Drago en la década del 2000 y principios de 2010. Desde esa excavación, Pope examinó 785 bolsas -más de 28 mil fragmentos- para estudiar el oficio de la cerámica precolombina en Bocas del Toro.

Aunque Pope puede descubrir el probable origen geográfico y la composición mineral de un solo tiesto, una bolsa de cerámica rota no le dice necesariamente mucho sobre sus orígenes culturales, su contexto o su uso. Pope le pidió a Valencia que le enseñara a reconstruir las piezas de su yacimiento, y él accedió. “La arqueología, como cualquier ciencia, es muy colaborativa. Tenemos que ser capaces de compartir nuestras ideas y mantener estas conversaciones de colaboración para poder crear un entorno académico más dinámico”, dijo.

El espacio del taller también fue producto de otra colaboración; se llevó a cabo en el laboratorio de la científica Ashley Sharpe en el Centro de Paleontología y Arqueología Tropical (CTPA) de STRI en la ciudad de Panamá.

Aunque es un proceso bastante sencillo, la reconstrucción no es fácil. Los estudiantes trabajan desde el fondo de la vasija hacia arriba, usando la gravedad a su favor cuando es posible, y utilizando abrazaderas cuando no lo es. Crean un pegamento mezclando perlas de resina con acetona, lo suficientemente fuerte como para mantener unida la cerámica, pero que también se puede disolver fácilmente si otro arqueólogo quiere analizarla de otra manera.

A diferencia de otros campos de la ciencia, en los que se pueden recolectar múltiples muestras para experimentos y ensayos, los arqueólogos tienen un número finito de especímenes que deben preservarse para su estudio a perpetuidad.

Arqueólogos en Panamá aprenden a reconstruir el pasado

La estructura de Erlenbaugh mientras se seca. Crédito: Jorge Aleman

Nicole Smith-Guzmán, curadora de arqueología de STRI, piensa constantemente en el futuro de estas piezas. “En arqueología, hay mucho énfasis, no solo aquí en Panamá, sino en todo el mundo, en las excavaciones. No hay mucho énfasis en lo que se puede hacer a continuación con las colecciones”.

Como curadora, trabaja para garantizar que el patrimonio cultural almacenado en las colecciones esté bien cuidado y perdure en el futuro, al tiempo que sea accesible para la investigación y la exhibición. “Yeyo es la única persona en STRI con la experiencia técnica para dirigir este taller. Somos muy afortunados de tenerlo aquí para enseñarnos”, dijo. Pope agregó: “Es importante capacitar a todos los arqueólogos en cómo analizar la cerámica, pero es particularmente crucial tener estudiantes y técnicos capaces de llevar a cabo este importante trabajo si Yeyo se jubila”.

Ana Ureña, estudiante de antropología en la Universidad de Panamá y pasante de STRI, trabajaba arduamente pegando piezas de una vasija, probablemente hecha en la provincia de Bocas del Toro. “La reconstrucción es como un rompecabezas”, dijo riendo.

Si bien Ureña se enfoca en el uso de recursos vegetales en el Panamá precolombino, estaba entusiasmada con la idea de desarrollar una nueva habilidad y ampliar su conocimiento del campo. “En el campo de la antropología [de la que forma parte la arqueología], todo es muy amplio. Dondequiera que estudie, habrá cerámica, y esta experiencia de laboratorio me ayudará en el futuro”, explicó.

Arqueólogos en Panamá aprenden a reconstruir el pasado

De Izq. a Der.: Alexandra Lara, Raiza Erlenbaugh, James Chavez, Ana Ureña, Carly Pope, Aureliano Valencia y Veronica Pace, en un taller sobre cómo reconstruir cerámicas precolombinas realizado en mayo. Crédito: Jorge Aleman

James Chaves, pasante panameño de STRI, interesado en la cerámica quien iniciará en agosto un programa de maestría en arqueología en los Estados Unidos, reflexionó sobre la importancia de la arqueología panameña mientras aplicaba pegamento a lo largo de los bordes irregulares de un fragmento de cerámica: “En Panamá, el tema de la identidad nacional es muy importante. Como arqueólogos, estamos reconstruyendo la identidad de los antiguos panameños y, por lo tanto, la de los panameños de hoy”. En su opinión, reconstruir la historia precolombina de Panamá permitirá a nuestro país “seguir creciendo como nación”.

El Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, en Panamá, es una unidad de la Institución Smithsonian. El centro promueve la comprensión de la naturaleza tropical y su importancia para el bienestar de la humanidad, capacita estudiantes para llevar a cabo investigaciones en los trópicos, y fomenta la conservación mediante la concienciación pública sobre la belleza e importancia de los ecosistemas tropicales.


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