Kelly aún guarda el comentario que hizo en una publicación de la cuenta de Instagram de Fundayuda justo durante la campaña de la cinta rosada el año pasado.

Esto fue lo que escribió: “Tengo 24 años, presento sangrado en una mama y múltiples fibroadenomas en ambas mamas, dilatación en los ductos. En los hospitales no me operan porque no es urgente ‘según ellos’, solo me mandan a mi casa a tomar diclofenaco para el dolor”.

Desde la fundación le respondieron y la contactaron. Lograron coordinar una cita con una cirujana que pudiera atenderla.

El 8 de enero de 2021, con 24 años, Kelly Martínez fue diagnosticada con la enfermedad de Payet mamaria o cáncer de pezón.

En esta entrevista la joven, licenciada en Operaciones Marítimas y Portuarias, en la Universidad Tecnológica de Panamá y que cumplió 25 años el pasado 18 de julio, cuenta lo que afrontó para finalmente lograr una biopsia y descubrir lo que realmente tenía.

“Entendí que si tú no tienes dinero, prácticamente te mueres o te dejan morir”.

Kelly es uno de los rostros este año de la campaña de prevención y detección temprana del cáncer de mama de FundAyuda.

‘Nadie descifraba qué tenía’

Tenía 15 años cuando presentó fibroadenomas (tumores benignos) en una mama derecha. Los fibroadenomas no desaparecían. Le molestaban y crecían. Pero no fue hasta el año 2018 cuando acudió al médico. Le incomodaba tanto que no podía dormir de ese lado.

Ese año la operaron. “No me dieron orientación, no me dieron tratamiento de nada para evitar que volvieran a salir. Simplemente me operaron y me mandaron a la casa y seguí mi vida normal como cualquier joven”.

En enero de 2019 sintió comezón en el pezón. Pensó que era dermatitis. Acudió al médico y le recetaron cremas tópicas. La comezón se le quitaba por un tiempo pero le volvía aparecer.

A mediados de ese año se levantó una pequeña escama del pezón de la mama derecha, la misma en la que había sido operada. “Fui al doctor, fui varias veces y me volvían a mandar cremas, me mandaban vitaminas, nadie descifraba qué tenía“.

En esa misma mama también tenía un nuevo bulto, que tenía aspecto de ser un fibroadenoma como el que había tenido a la edad de 15 años.

Cáncer a los 24 años: “Yo sentía que lo del pezón no era normal”

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Y llegó la pandemia

En enero de 2020 acudió de nuevo a una cita con un médico general. La doctora le mandó hacer ultrasonidos. Kelly estaba estudiando y no contaba con seguro social.

En ese ultrasonido encontraron que tenía 10 posibles fibroadenomas: cinco en cada mama. Según el examen, el pezón se veía normal.

Fue nuevamente a consulta con su doctora y ella la refirió a la clínica de mama del hospital Santo Tomás. Cuando Kelly llegó al hospital (con la referencia para que le hicieran una biopsia) le dijeron que ese departamento ya no existía y que debía regresar con su doctora para que le cambiara la referencia.

Ya eran finales de febrero de 2020. Kelly, quien nació en Coclé y vive en la capital desde los nueve años, tuvo que viajar de urgencia al interior del país (donde vive su familia). Regresó a la ciudad de Panamá días antes de que comenzara la pandemia (marzo de 2020). “Todo quedó suspendido. No podía ir a ningún lado porque no estaban atendiendo a nadie. Fue un caos total”.

Para ese tiempo, ya estaba sangrando por el pezón. “Me ponía gasas, tomé diclofenaco por meses”. En junio su papá resultó positivo al Covid, al igual que ella y toda su familia.

Cuando ya pudo salir de casa, acudió a un hospital de urgencia para que le atendieran por el sangrado del pezón. “Desgraciadamente el sistema hospitalario de nuestro país es tan deficiente“, lamenta al recordar que cuando llegó a urgencia la dejaron esperando por horas hasta que una doctora la atendió. Le hicieron ultrasonido.

“Me dijeron: ‘sí te vamos hacer una biopsia, porque en verdad esto está como extraño, pero es normal que tengas fibroadenomas en las mamas'”. De acuerdo al ultrasonido, no había nada malo y el pezón se veía normal.

Recuerda las palabras que le dijo la radióloga en ese momento: “Me dijo: ‘Jovencita, aunque este pezón parezca normal, insiste porque esto a simple vista se ve normal, según lo que me muestra aquí la máquina, pero ese sangrado allí, para mí no es normal'”.

Le recetaron pastillas para el dolor y le dieron una referencia para la biopsia, pero le advirtieron que tenía que esperar hasta que pasara la pandemia para hacérsela.

“Yo en mi mente estaba que colapsaba, porque yo sentía y sabía que esto no era normal en mi cuerpo. Uno sabe cuando tu cuerpo está normal o hay algo diferente, algo extraño, algo que no es de allí”.

De esa atención salió frustrada y molesta. Por ser una mujer joven, sin antecedentes de cáncer de mama en la familia, descartaron su caso como un posible cáncer.

“Me fui a mi casa frustrada y recuerdo que me apegué a la oración, hablar con Dios, y decirle: ‘bueno señor, ponme las personas que necesito, las personas indicadas al frente porque ya vi que yo sola no puedo”.

‘No era normal’

En casa comenzó a investigar en internet sobre enfermedades de mamas y qué enfermedades pueden afectar el pezon. “Yo sentía que lo del pezón no era normal”.

Llegó octubre de 2020, mes de la cinta rosada, y escribió a varias fundaciones en las redes sociales para exponer su caso. Una de las primeras que le apareció en Instagram fue FundAyuda.

Desde esta fundación lograron encontrarle una cita con un cirujano para evaluar su caso. “Yo sentía que el alma me regresaba al cuerpo, sentía que Dios me había hecho un milagro, que me había escuchado”.

La cirujana la evaluó; le preocupaba cómo se veía su pezón. La refirió a otra cirujana amiga en un hospital. Esa doctora le hizo la biopsia que Kelly tanto esperaba. Los resultados de la biopsia arrojaron que tenía posible carcinoma infiltrante, enfermedad de Payet o adenoma de pezón.

La doctora la refirió entonces al Instituto Oncológico Nacional (ION). En enero de 2021 recibió su diagnóstico.

“Me hicieron una mastectomía parcial de la mama. Lo más triste es que en ese tiempo que no me quisieron atender y hacer mi biopsia, resultó ser cáncer, un tumor de ocho centímetros. Si hubiese dejado pasar más tiempo, si no hubiese hecho lo que hice, todavía estuviera en mi casa sangrando por la mama derecha o quién sabe si estuviera peor”.

Kelly recibió radioterapia y actualmente está tomando tamoxifeno, un medicamento que se emplea como terapia complementaria para el cáncer de mama.

Cuenta que en su familia no hay antecedentes de cáncer de mama. Aunque su mamá es paciente del ION, es por otro tipo de cáncer y los doctores le aclararon que en nada tiene que ver con su caso.

“El mensaje a todas las chicas, a las más jóvenes, es que sean siempre persistentes, tóquense, examínese, vean sus mamas, su cuerpo, conózcanse a sí mismo para que se den cuenta de esos patrones, porque hoy en día el cáncer no discrimina si llevas una vida saludable, tu edad, si tienes hijos o no”.

Invita a las mujeres a que ante la primera anomalía o a la “primera cosa extraña que sientan que no es de allí”, acudan al médico “y si no la quieren atender, busquen la manera, sean persistentes, busquen escriban en las redes, dense a conocer”.

Dice que vivir con esta enfermedad “es una carrera contra el tiempo”.