A comienzos de diciembre de 2019 me diagnosticaron cáncer de colon mientras me encontraba de vacaciones en Cali, Colombia, pasando la resaca de mi despido después de laborar cerca de 25 años.

Sin embargo, en ningún momento el diagnóstico me hizo trastabillar. Nunca me ha asustado, aunque le tengo mucho respeto a la enfermedad.

Me quedé todo diciembre en Cali pasando su feria con mi hija y mi señora, claro, sanamente, sin libar alcohol. Estuve todo el mes de enero y a comienzos de febrero regresé a Panamá para hacerle frente a mi realidad en el Hospital Oncológico.

Acá también estuve por cinco días en los carnavales de la capital, igual de manera sana, porque esta enfermedad no ha opacado mi personalidad de fiestero. Por iniciativa de mi señora he estado ingiriendo té de yerbas medicinales con la hoja de la guanábana, y frutas como la guanábana, el noni, la uva negra, más pastillas de multivitaminas, todo desde que estaba en Colombia con la esperanza de contrarrestar a este mal. Hasta el momento ha dado sus fruto porque tengo súper bien la hemoglobina.

Le tuve que hacer frente a mi tratamiento durante el comienzo del coronavirus junto a los cientos de pacientes del Oncológico, que igual tuvieron que esquivar primero al Covid- 19 en el trayecto para llegar todos los días a las citas. Allí ya pasé mi tratamiento con la radioterapia y la quimioterapia y en diciembre me operarán.

Cuando me encontraba en Colombia tuve un instante de flaqueza unos días después del resultado, mientras manejaba bicicleta en un área solitaria, pero nunca más volví a perder el ánimo. He tomado mi realidad con mucha naturalidad, en parte, gracias a una frase que me dijo mi tía, que es una religiosa, cuando se dio cuenta de mi mal: “Lo que Dios quiera, pero siempre sin dejar de darle gracias por todo”.

La enfermedad me hizo darle más valor a la vida disfrutando de cada día como si fuera el último. Cuando era joven alguna vez llegué a pensar que para morir lo mejor era de una vez, durmiendo si acaso, para no sufrir. Pero ahora, a mis casi 60 años, pienso que no es la mejor forma de dejar este mundo, porque es bueno tener tiempo para prepararse con uno mismo, no sé si después se complique mi situación, pero yo lo veo como un regalo del Señor, aunque suene raro y contradictorio, de que te está dando un sobreaviso, para por lo menos no irte de este mundo de manera fulminante.

Durante este mal me di a la tarea de abrir un blog: Fútbol y algo más (https://tiroagolblog.blogspot.com/) en el mes de marzo, para mantener caliente el brazo. Como periodista uno nunca debe dejar de escribir. He tocado el tema del coronavirus, el de mi enfermedad, el del fútbol, entre algunos otros. También tengo un canal en Youtube (Campo Estrada) en el que aproveché esta cuarentena para mejorar la calidad de mis videos. En estos últimos siete meses he estado activo, no he bajado mi producción, es como si estuviera todavía trabajando porque he escrito con mucha regularidad y he producido bastantes videos.

En esta larga cuarentena tuve mi mente despejada de la enfermedad, a veces me siento como si no fuera paciente del Oncológico, porque no le he dado espacio en mi cabeza a ese mal. No he perdido peso, me siento saludable a pesar de mi enfermedad, tomando sobre todo mi jugo de guanábana, siempre con mente positiva, porque ante este temible rival, con el que solo escuchar su nombre causa terror, hay que hacerse fuerte, de alguna manera sacándolo de la mente.

Gracias a mis ahorros le he hecho frente a la realidad con mi pasatiempo en un pequeño rincón de mi habitación, que hoy es como mi propia redacción. Siempre positivo. Más adelante, como me dijo mi tía Clara Inés Estrada, será lo que Dios quiera. De momento hay que disfrutar de la vida, que es bella.