Desde 2019, en las fuerzas armadas de países como México y Estados Unidos, se permite que sus oficiales lleven tatuajes. Ese mismo año, Air New Zealand se convirtió en la primera aerolínea del mundo en permitir que su personal de vuelo los luzca en zonas como manos o cuellos. La empresa de aviación sondeó entre sus trabajadores y clientes el nivel de aceptación que ahora tienen estos diseños permanentes como forma de expresión o símbolo cultural.
Mujeres en la política también los llevan visibles. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, en su brazo lleva una rosa en homenaje a su banda favorita, Depeche Mode. La parlamentaria de 50 años Nanaia Mahuta se hizo en 2016 un tatuaje facial tradicional maorí. Desde 2020, es Ministra de Asuntos Exteriores de Nueva Zelanda.
En Panamá se derriban cada vez más muros para las personas tatuadas, en profesiones donde el arte con tinta ha sido inusual. Importan más las capacidades y menos los prejuicios.
Doctora en medicina
Con tinta en la piel: tres profesionales tatuadas en Panamá
En su cuenta de Twitter, la doctora Ana Lucía Quintero publicó una fotografía del momento en el que le aplicaban en su brazo tatuado su primera dosis de la vacuna contra la covid-19. Es una de las profesionales de la salud que trabaja en la primera línea ante la crisis sanitaria contra el coronavirus en Panamá.
Tiene varios tatuajes en los brazos, que con su uniforme son visibles. Lo que se tatúa no necesita tener un significado ni una gran historia por detrás, solo debe gustarle. El primero de ellos se lo hizo poco antes de ingresar a la facultad de medicina. A sus compañeros de clases les gustaban sus tatuajes, pero muchos decían que no se atrevían a hacerse alguno por temor al rechazo en futuras oportunidades de trabajo o al qué dirán, sobre todo en un ámbito como la medicina.
Cuando se empezó a tatuar lo hacía en lugares que pudiera cubrir con su ropa. Sintió más confianza cuando era interna y vio a doctores residentes y a especialistas tatuados. Empezó a hacerlo en lugares más visibles, como en los brazos.
Con tinta en la piel: tres profesionales tatuadas en Panamá
Antes de la pandemia, siempre trabajaba con bata y por eso sus pacientes no veían sus tatuajes. Ahora, siempre usa manga corta. En el hospital, algunos colegas de más edad le han dicho que sus tatuajes les parecen ‘feos y que no la hacen ver profesional; personas cercanas a ella también la han juzgado; le decían que no conseguiría trabajo y que no sería tomada en serio.
“Me pregunto por qué uno debe dejar de hacer lo que le gusta o sacrificar su personalidad solo para satisfacer a personas con pensamientos de siglos pasados. Un tatuaje no determina tu desempeño como profesional. No está bien juzgar a otros solo por su apariencia. En mi experiencia, si haces bien tu trabajo no importa cómo te veas, siempre van a querer trabajar contigo”.
Sus primeros años como médica los está trabajando en una pandemia. Cuenta, que en ocasiones donde el hospital ha estado cargado de pacientes, aprecia trabajar con personas agradables que la motivan y que a pesar del cansancio, siempre lleva la satisfacción de estar ayudando a la gente en medio de una crisis. “Tengo la esperanza de que todos se vacunen pronto y esto quede en el pasado”
Una productora que cubrió el Super Bowl
Con tinta en la piel: tres profesionales tatuadas en Panamá
Desde que era adolescente, Mayii Roses se idealizaba siendo una profesional con tatuajes. De niña, las personas tatuadas siempre captaban su atención. Aún de muy joven lo reflexionaba porque era una decisión permanente. A los 18 años se tatuó por primera vez; eso sí, en un lugar que no fuera tan visible.
Tiene alrededor de 27 tatuajes, muchos de ellos de diseños florales, sus favoritos; unos más significativos que otros o algunos que recuerdan a momentos de la vida. Mayii es productora de televisión. Tiene más de seis años trabajando en Medcom como productora de programas deportivos para el canal Cable Onda Sports. Trabaja en transmisiones deportivas a nacionales e internacionales. Cuando empezó a laborar en esa empresa solo tenía un tatuaje visible “He sentido más estigma en la calle que en el trabajo. Ya me conocen como la productora tatuada”.
En 2020, llegó una de sus oportunidades laborales más deseadas: ir a cubrir el Super Bowl. Fue en Miami, donde vio a muchísimos más profesionales tatuados como ella enfocados en hacer su trabajo. Fueron 10 días de cobertura y trabajo pesado. Vio de cerca a Jlo y Shakira, las encargadas del show de medio tiempo de ese año; y estuvo en la conferencia de prensa con los jugadores de la NFL. “Fue una meta de vida que logré. En ese momento decía que si moría mañana, lo haría feliz. Vivir una experiencia por la que había trabajado tanto. Llevaba en el programa unos 5 años y se dio esa gran oportunidad”, cuenta, orgullosa.
La productora piensa que las creencias de que una persona tatuada tendrá dificultades para acceder a ciertos puestos de trabajo se está eliminando poco a poco. “He ido varias veces a bancos en Panamá y me han atendido personas tatuadas. Eso antes no se veía”.
Con tinta en la piel: tres profesionales tatuadas en Panamá
“Si tienes algún tatuaje en mente, hazlo. La vida es una sola, solo no te tatúes nombres de novios ni esposos. Empieza con algo pequeño para determinar tu umbral de dolor.
Se de muchos amigos que tatúan a cirujanos y a gente en profesiones muy serias. El estigma se está eliminando poco a poco”
Maestra de pre escolar
Con tinta en la piel: tres profesionales tatuadas en Panamá
María Gabriela Rodríguez es una educadora panameña que se dedica a la docencia desde hace 13 años. Ha sido maestra de preescolar, teacher de primaria, y profesora de español y bellas artes en grados de secundaria.
Tiene 33 tatuajes. Sus brazos están adornados con diseños que aluden a la naturaleza y sus criaturas. Ha trabajado en centros educativos particulares en la ciudad de Panamá y en el interior del país.
Las experiencias de una maestra tatuada son distintas según la región de Panamá donde trabaje, explica. Tenía seis años de ser docente la primera vez que en la escuela donde laboraba se dieron cuenta de que tenía tatuajes, aunque solo tenía uno grande y no tantos como ahora. Se enteraron porque un papá la vio en el parque con sus hijos. “La directora me llamó para preguntarme si era verdad que tenía un tatuaje. Le dije que no uno, sino varios” Su jefa le pidió que se los tapara.
Cuando trabajaba en la ciudad los cubría con prendas que le taparan los brazos y las piernas. “En la ciudad no creo que exista una escuela que permita que un docente muestre sus tatuajes. En el interior es distinto quizás porque casi todos los estudiantes son extranjeros. Acá tanto maestros como acudientes están tatuados, incluso hasta en el cuello. En la ciudad también pero hay que esconderlo”.
Enseña desde hace algunos años en escuelas del interior. Al principio seguía trabajando con camisas de manga larga. “Pero me rebelé. Tenía que cuidar los recreos al mediodía, abrigada y en la playa. Hablé con mi jefa y le pedí que permitiera quitarme el abrigo. Aceptó. Fui la primera que salió a mostrarlos, otros siguieron”. Al enterarse que la maestra de una de sus hijas tenía tatuajes, una mamá pidió una reunión. Le dijo a la directora que no permitiría que una mujer como María Gabriela, tatuada, le diera clases a sus hijos. Eventualmente, la maestra dejó de trabajar en ese colegio. Un día sonó su teléfono y era esa mamá. Le pedía que le diera tutoría a sus hijas porque desde que se fue de la escuela, el aprendizaje no había sido el mismo. “Tuve la relación más linda con esa señora, fui tutora de sus hijas por años, pero tuvo que tragarse sus palabras. Puso en duda mi capacidad como educadora solo por mis tatuajes”.
La maestra, que ahora dirige el programa de tutorías en línea Aba the learning lab, piensa que hay que educar sin prejuicios y creer en las capacidades propias. “Cuando he ido a entrevistas de trabajo, voy para quedarme con el puesto. Me encargo de que lo último que te preocupe, sean mis tatuajes”.
Al principio, cuando los padres de los estudiantes que atiende en línea la ven, se sorprenden con su apariencia “Pero luego se dan cuenta que sus hijos están aprendiendo, que la metodología que trabajo funciona y que se están logrando los objetivos”.
Con tinta en la piel: tres profesionales tatuadas en Panamá