La Organización Internacional para las Migraciones es la principal institución intergubernamental en el ámbito de la migración. Depende de las Naciones Unidas y una de sus principales misiones es velar por la dignidad humana junto al bienestar de los migrantes.

La organización, junto al fotógrafo Pich Urdaneta, presentaron en septiembre el proyecto Darién un lente, mil historias, sobre cual se hizo un conversartorio virtual.

En este encuentro se expusieron más de treinta fotografías de los objetos que adoptan los migrantes como símbolo de protección al momento de cruzar la selva del Darién. Las imágenes fueron tomadas en febrero de este año.

Muñecas, amuletos religiosos, actas de matrimonio y aparatos electrónicos, son algunas de las piezas a las que se aferran para protegerse de la guerrilla, los animales salvajes y las condiciones climáticas. “La fotografía se ha convertido en un medio vital para poder comunicar historias con contenido social en donde las palabras se quedan cortas”, afirmó Urdaneta.

En diálogo con revista Ellas, el fotógrafo recordó la historia de Daymara Cárdenas, una migrante cubana de 30 años que, a pesar de su situación, vive sonriente y no se desprende de su muñeca gitana. Confesó que lo que más le impactó es haber constatado que lo más importante de ese brutal recorrido es la fe. El fotógrafo tiene la convicción de que más allá de lo que uno crea, si esa persona lo cree con fuerza podrá lograr lo que se proponga. “Gracias a mi gitana no nos pasó nada en el camino”, le contó Daymara.

Cruzar el Darién con amuletos de protección

Cruzar el Darién con amuletos de protección

Al igual que la situación de Daymara, está la de Ysena Vertus. Una mujer haitiana que buscó protegerse durante la travesía llevando consigo su acta de matrimonio o la de Simone Baudeleus, una señora de 64 años -una de las personas más longevas en cruzar el Darién- que prefirió no llevar ningún objeto porque solamente necesitaba a Dios. Incluso, también está la historia de Erika, una niña venezolana de apenas 13 años que cruzó el Darién aferrada a una colita de pelo que le regaló su maestra de primaria para que siempre la recordara.

“Encontrarme con historias de mujeres embarazadas o con hijos muy pequeños atravesando el Darién, me hace ver que todavía tenemos un atraso social como humanidad. Llamamos futuro a los avances tecnológicos, pero a su vez siento que estamos tirando cada vez más hacia el pasado en la parte social, cuando veo que estas personas tienen que arriesgar su vida precisamente porque en su país de origen se vulneran los derechos humanos universales”, expresa Urdaneta.

El 75% de los migrantes se pone en riesgo por necesidades económicas. En ese porcentaje se encuentran miles de mujeres, niñas y niños que se consideran grupos vulnerables en la Convención Internacional de Derechos Humanos. Con el objetivo de preservar la dignidad de las personas fotografiadas todas las imágenes son planos detalles y no se muestra ningún rostro. No hacen falta verlos para conmoverse con cada una de las historias que hay detrás de cada objeto.