Catire, chamo o caraota no eran palabras extrañas en el Panamá de 1980. Las telenovelas venezolanas que muchos veían en televisores blanco y negro de 12 pulgadas eran las responsables de ese conocimiento. La hora de la telenovela era sagrada entre las señoras, las jóvenes y también entre varones que no lo querían admitir.
Detrás del éxito de esas historias había un nombre que para el gran público no era tan conocido el de la escritora Delia Fiallo. Esa a la que podemos llamar la madre de las telenovelas murió esta semana a los 96 años de edad.
La Zulianita (1977), Rafaela (1976), Cristal (1985), La Heredera (1981), Ligia Sandoval (1981) o Leonela (1983), fueron algunos de sus éxitos
Delia Fiallo, la primera reina del drama
Fiallo escribía en Cuba para un programa que se llamaba Miércoles de amor Palmolive, historias de un episodio. Así era la costumbre. Hasta que un día su productora le propuso escribir una novela de continuidad “como las soap opera americanas”. Así nació lo que según ella fue la primera primera historia de continuidad de Latinoamérica: Hasta que la muerte nos separe.
Antes, había ganado un concurso de cuentos. Casi a regañadientes entró a la radio para hacer guiones de radionovelas. Pero luego le encontró el gusto a contar historias para los radioescuchas.
A mediados de los años 1960 salió de Cuba como muchos otros de sus compatriotas. Mientras vivía en Miami un amigo le preguntó si le vendería un guión. Así empezó su relación de trabajo con la televisión venezolana, que llegó a vivir días de gloria; sus programas se exportaban a varios países del continente americano.
Pero, ¿como iba una cubana que vivía en Miami a escribir un relato venezolano? En una época donde ni internet, ni todas las referencias que brinda, existía. Lo que hizo fue echar mano de toda la literatura venezolana que había leído. En los parques de Miami se sentaba a oír a hablar a la gente y le preguntaba a estudiantes venezolanos cómo hablaban en su país.
Tuvo éxito. Llegó a escribir decenas de historias. Las telenovelas escritas por ella se tradujeron y pasaron en 200 países. A solicitud, las reescribió para otras productoras. Peregrina (1973) la reescribió como Kassandra (1992). Esta se convirtió en una de las historias, de su tipo, más vista en diferentes partes del mundo. Y más adelante otros reescribirían sus historias para países como Venezuela, México, Perú, Brasil, Argentina, Puerto Rico y Filipinas.
Durante años trabajó intensamente. No se podía enfermar, decía. Tenía que escribir el capítulo de la telenovela que se grababa todos los días. Llegó a contar que cuando su hija le llegaba a casa con una pena le decía: “lloremos juntas pero después que termine de escribir el capítulo”.
En su casa guardaba recuerdos de sus éxitos. Incluyendo afiches de sus telenovelas traducidas.
Delia Fiallo, la primera reina del drama
Con la llegada del nuevo siglo el mundo cambió y también las telenovelas. Delia Fiallo se sintió olvidada. Lo dijo en 2018 cuando recibió un reconocimiento de parte de la comunidad cubana. Fue entrevistada y dijo que la telenovela como género había muerto.
Ella insistía en que sus historias estaban hechas de emociones y eso no hay en las nuevas historias, y se refería en particular a las narconovelas. En palabras de Fiallo ella escribía una novela sobre el circo Peregrina, pero a nadie se le ocurría que iba a escribir 16 novelas sobre el circo. Hacía referencia a las novelas centradas en el narcotráfico y la violencia. Se quejaba de que glorificarán a los traficantes de droga y su estilo de vida.
También pensaba que las nuevas plataformas que permiten ver 10 capítulos seguidos hicieron que se perdiera el encanto del suspenso al ver una historia.
En sus últimos años Fiallo deseaba pasar sus historias a libros. Lo hizo con Kassandra (2018). La escritora sabía que el género de las telenovelas era muy criticado por ser considerado banal como poco, y responsable de estereotipos, como mucho.
Ella vivió una historia que bien habría podido ser novelada. Aunque tal vez Dellia Fiallo no habría sido la buena de la historia. Estando casada se enamoró de un hombre casado. El mismo que le rechazó su primer guión para una radionovela. Sin embargo, terminaron juntos y así estuvieron por 52 años.