Breonna Taylor, Elija McClain, Ahmaud Arbery, Trayvon Marton, George Floyd. Bordados en letras blancas, estos nombres se leían con claridad en la parte frontal de las mascarillas con las que la tenista afro japonesa Naomi Osaka ha acudido a su últimos partidos en torneos de tenis. Este fin de semana disputará la final del Abierto de Tenis de Estados Unidos.
Los nombres corresponden a algunas de las personas afroamericanas muertas a manos de agentes de la policía de los Estados Unidos en hechos que han provocado una ola de protestas internacionales en contra de la brutalidad policial que afecta, en mayor medida, a las personas de este grupo racial.
Nombrar a los fallecidos, en cada oportunidad y plataforma con la que se cuente, visibiliza los motivos que acabaron con sus vidas. Esta acción sigue al lema Say their names (Di sus nombres), que tanto en redes sociales como en las protestas del movimiento Black Lives Matter, invita a no dejar de mencionar a las víctimas y con ello crear consciencia.
El movimiento hace un llamado a la justicia racial, pide castigo certero a los oficiales involucrados en hechos de violencia y exige un cambio social resumido en una consigna: Las vidas negras importan.
‘#DiSusNombres’: Naomi Osaka y las mascarillas que visibilizan en la cancha de tenis la violencia racial
Osaka, ganadora de dos torneos de Grand Slam y la atleta femenina mejor pagada del mundo actualmente, llevó siete mascarillas, con siete nombres víctimas de violencia, a sus partidos en el US Open.
“Es muy triste que siete mascarillas no sean suficientes para la cantidad de nombres”, declaró Naomi, hija de madre japonesa y de padre haitiano.
El 26 de agosto, la deportista anunció que no jugaría en el partido de semifinales del torneo Western and Southern Open como medida de protesta ante el ataque hacia el afroamericano Jacob Blake cuando un oficial le disparó por la espalda mientras este intentaba entrar a su auto durante un intento de arresto. Sus tres niños estaban en los puestos traseros del vehículo.
“Antes de ser atleta, soy una mujer negra. Y como tal, siento que hay asuntos mucho más importantes que necesitan atención, en lugar de verme jugar al tenis. No espero que pase nada drástico porque yo no juegue, pero si puedo hacer que empiece una conversación en un deporte mayoritariamente blanco, lo considero un paso en la buena dirección”, escribió la tenista de 22 años en un comunicado publicado en sus cuentas de redes sociales, luego de tomar la decisión de no jugar en el partido de semifinal del torneo.
Los familiares de algunas de las víctimas le agradecieron por usar su plataforma para dar voz a la causa.
‘#DiSusNombres’: Naomi Osaka y las mascarillas que visibilizan en la cancha de tenis la violencia racial
Esta acción se suma a la de otros deportistas que recientemente han boicoteado compromisos deportivos para alzar sus voces antes la violencia hacia los afrodescendientes en Estados Unidos. Jugadores, tanto de la liga masculina y femenina de baloncesto de la NBA; de las Grandes Ligas de béisbol y de la MLS, de fútbol soccer, son algunos de los participes del creciente activismo deportivo que ha surgido en los últimos meses.
A diferencia de otras ocasiones, los jugadores y equipos completos que se ha rehusado a jugar, han sido apoyados por sus directivos y por patrocinadores. No siempre ha sido así: En 2016, el jugador de la NFL, Collin Kaepernick se quedó sentado durante el canto del himno de los Estados Unidos en protesta ante caso de violencia policial en contra de personas negras en el país. “No voy a ponerme de pie para mostrar orgullo por una bandera de un país que oprime a los negros y a las personas de color”. Luego de esta protesta, Kaepernick, pese a sus intentos, no ha vuelto a ser contratado en ningún equipo de fútbol americano.
Las víctimas
Cada una de las víctimas a las que la atleta visibiliza ha muerto en manos de agentes policiales y de personas blancas. Entre los casos más recientes está el de Breonna Taylor, quien el pasado mes de marzo falleció en su casa cuando recibió 8 tiros por parte de agentes que ingresaron sin permiso en busca de dos personas. En 2019, Elijah McClain, de 23 años, fue detenido cuando iba caminando, desarmado, luego de que los policías alegaran recibir una denuncia de que una “persona sospechosa” que coincidía con su descripción. Luego de un forcejeo donde fue sujetado por el cuello por los agentes, McClain perdió el conocimiento y posteriormente fue sedado. Falleció de camino al hospital. En otro caso, en febrero de 2020, Ahmaud Arbery recibió un disparo por un residente blanco mientras trotaba. George Floyd, en mayo, murió luego de que un oficial se arrodilló durante 8 minutos sobre su cuello. A Floyd lo detuvieron cuando un comerciante lo acusó de pagar con un billete falso de 20$.
Estos hechos han impulsado acciones apoyadas por el movimiento Black Lives Matter que, según un informe del Proyecto de datos de eventos y ubicación de conflictos armados, de mayo a agosto de 2020, ha tenido más 10 mil 600 protestas en Estados Unidos.
En Estados Unidos, el 24% de los personas muertas a manos de la policía son afrodesdencientes, aunque este grupo solo constituye el 13% del total de la población del país, de acuerdo a datos de la organización Mapping Police Violence. En 2017, esta organización mostró que hubo mil 147 muertes contabilizadas por la policía, de las cuales en 13 casos agentes fueron acusados de un delito.