La galera era imponente. El olor a cobre nos recibía al asomarnos a la bodega de concentrado de este material, ubicada cerca del Puerto Internacional de Punta Rincón, en el Atlántico panameño.

“Esta es mi oficina”, bromeaba Domitila Arcia, quien trabaja en ese sitio como operadora de reclamador de concentrado de cobre en el proyecto minero de Cobre Panamá. Ella es oriunda de Río Caimito, una comunidad ubicada en la costa abajo de Colón, en el distrito de Donoso, situada a cinco minutos en lancha de la empresa minera.

Con su casco siempre puesto, lentes de protección y una sonrisa enmarcada con labial rojo, la operadora nos guiaba hacia la gran planta donde es una de las mujeres que ahí trabaja.

Al momento de nuestra visita, la planta se encontraba filtrando; había concentrado de cobre cayendo sobre una pila de varios metros de altura que nos hacía sentir pequeños a quienes la veíamos por primera vez. Aún así, estaba un poco vacía en ese instante, tenía alrededor de 12 mil toneladas. Su capacidad máxima de almacenamiento es de 120 mil toneladas de cobre.

Domitila Arcia y el sí a las mujeres en la minería

Domitila desde la galera del proyecto Cobre Panamá. Fotografía. Alexander Arosemena

La colonense es la encargada del área de galera. Es quien opera la máquina del reclamador de concentrado que recoge todo el material, lo pasa a una banda transportadora para luego llevarlo a un sitio de carga. De ahí el producto se embarca y zarpa a diferentes partes del mundo.

En marzo Domitila cumplió un año de estar trabajando en esa posición, pero lleva cuatro años en la compañía. Inicialmente estaba en la planta de cal como operadora. En ese momento era la única mujer trabajando en esa área. “Así fue como por un año y medio. Luego vieron que las chicas también podíamos hacer el trabajo. Empezaron a traer más mujeres y ahora somos más”, cuenta en entrevista a revista Ellas.

Entre el emprendimiento y la minería

Domitila Arcia y el sí a las mujeres en la minería

Domitila es quien opera la máquina del reclamador de concentrado que recoge todo el material. Fotografía. Alexander Arosemena

A la minera llegó porque quería aprender nuevas cosas. A Domitila siempre le han gustado los negocios. Antes de empezar a laborar en Cobre Panamá se sustentaba como independiente: vendía carteras, zapatos y más en un pequeño puesto de buhonería en Chitré. Actualmente sigue teniendo un pequeño emprendimiento de venta de aceite de coco.

Vio la oportunidad de aplicar en la compañía y la tomó. “Hay que arriesgarse, gracias a Dios me ha ido bien”, confiesa con la seguridad de quien sabe que ha tomado una buena decisión.

Es la primera de su familia en trabajar en una industria como la minería. Por eso, cuando les contó que iba a laborar en ella, hubo un poco de incertidumbre en casa. “Pensaban que esto era un poco peligroso, tengo un hijo de cinco años. Soy madre soltera y, a veces, hay que arriesgarse para darle la mejor comodidad a la familia”

Como operadora del reclamador su cargo consiste en maniobrar el equipo que recopila el material y enviarlo por la bandas de transferencias de la galera para que el concentrado llegue al buque. “Debo revisar que el producto esté en las mejores condiciones y cuando el buque se va, me encargo de la limpieza de todo el equipo”

Este proceso lo maneja desde los controles de la cabina del reclamador de concentrado. Es un trabajo que no se detiene. Cuando hay buques en el Puerto Internacional de Punta Rincón, llenarlo a su capacidad puede tomar alrededor de 36 horas.

Cuando llegó a la empresa todo era nuevo para ella. No tenía experiencia en ese campo. “Me dieron capacitación en todo, en el manejo del equipo en cuanto a la seguridad”

Uno de sus retos iniciales fue adaptarse a su entorno por su baja estatura. Ella mide 1.40 metros. Buscó formas para trabajar que fueran cómodas, le beneficiaran y fueran seguras para ella. “Aquí todo es más grande”, dice Domitila. “Ese fue mi reto aparte del conocimiento porque vengo del área de ventas, con mis cositas de buhonería. Acá tuve que aprender cómo se llama un perno o un tornillo, que eso que está ahí no se llama puerta, sino escotilla. Al principio me sentía enredada con esos términos, pero fui adaptándome y ahora lo manejo”

‘Yo soy minera’

Domitila Arcia es mamá de un niño llamado Ibrahim, que está en prekinder. Por su tipo de labor, tiene turnos donde debe hospedarse 14 días en el trabajo, y luego puede pasar siete días en su casa, en La Arena, en la provincia de Herrera, a cuatro horas de distancia.

Su niño sabe a qué se dedica mamá. “Le enseño fotos y videos de mi trabajo acá; le digo que yo soy minera. A veces cuando vengo a trabajar él queda tranquilo, pero en otras ocasiones se frustra un poco. Hablo siempre con él y le explico que las personas adultas tenemos que trabajar”

Domitila Arcia y el sí a las mujeres en la minería

Fotografía. Alexander Arosemena

Ser una de las mujeres pioneras en esas áreas le permitía ver que, aunque había diferencias entre ella y sus compañeros (a quienes describe como más prácticos), lo importante eran las ganas que tenía de aprender y de salir adelante. “Cada vez que se me presenta un reto, algo que se me dificulta, trato de trabajar más sobre eso para dominarlo”

Menciona que las capacitaciones en la compañía son frecuentes. A ella le gustaría seguir aprendiendo más labores en su área como hacer filtrados de pulpas de cobre. “Trato de aprovechar todas las oportunidades que se me brindan”

A las mujeres que están pensando en atreverse o no a dar pasos hacia nuevos retos, la colonense les diría que los límites solo están porque una misma se los pone.

‘Las oportunidades están ahí y una, por miedo de arriesgarse, puede perderlas. Aquí se nos ha brindado la oportunidad a las mujeres y eso es muy bueno’