Todo fue tan rápido, que no me percaté cuando quedé junto a mi esposo e hijo confiscados en casa. Y no tenía idea cómo sería todo. Lo único que conocía era no salir de casa.
Adaptarnos a muchas variantes que llegaron sin anunciarse. Pero confiados en el Señor siempre. Ya hoy, con dos meses sin salir de casa, nos resta seguir esperando y vivir cada momento.
Todo este tiempo he tratado de que no sea pasar por pasar los días… Mi hijo de 6 años con actividades propias para su edad, mi esposo recibe clases virtuales de informática, y yo estudio educación media impartida por la Universidad de Panamá.
Estar juntos los tres; compartir emociones en casa y con los vecinos más cercanos, que por las actividades regulares en ocasiones no logramos detenernos y disfrutar de momentos como los que hoy en día podemos hacer por encontrarnos totalmente en casa.
No puedo cerrar mi texto sin antes mencionar que he descubierto mi arte de preparar empanadillas con relleno de atún y hojaldres con queso. Y mi esposo ha tomado el rol de ir solo a comprar víveres; al inicio llevaba su lista y ahora es un máster y todo va en su memoria.
Gracias por permitirme vivir esta experiencia de escritora a nivel básico, en medio de una cuarentena.
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