La organización Guimel en la marcha de orgullo Lgbti de la ciudad de México, en 2017.
Fue un recorrido de 50 minutos por los 32 años de Eli Nassau. Ahí, arriba del escenario, el mexicano contó su historia, una que es muy similar a la de tantas otras personas de la comunidad Lgbti que desde pequeños se sintieron diferentes y que no encajaban. Yo me encontraba en Limmud Bogotá 2019, un seminario de proyección internacional que se realiza en 100 comunidades de 40 países, que busca resaltar el pluralismo del mundo judío. Todos están invitados a participar como asistentes y expositores.
¿El nombre de la disertación de Eli? Soy gay, ¡oy vey! La última es una expresión en yidish que denota sorpresa y desconcierto. A pesar de la seriedad del tema, encontró la manera de compartir un testimonio genuino, humano, salpicado con humor.
Eli nació en el seno de la comunidad judía de México, una bastante conservadora, donde el manto de la religión tapa temas escabrosos como la orientación sexual. El judaísmo, al igual que las demás religiones monoteístas, prohíbe los actos homosexuales.
Por supuesto, Eli, el mayor de cuatro hermanos, descubrió que era gay más adelante en la vida. “Mi primer crush fue un personaje de Disney. Me encantaba Aladino, sentía algo interesante cada vez que lo veía”, recuerda en una conversación posterior con revista Ellas. Mientras sus compañeritos hablaban de las niñas y más adelante trataban de robarles besos, Eli se preguntaba por qué eso a él no le llamaba la atención.
Eli Nassau: ‘Soy gay, ¡oy vey!’
Cuando cumplió los 13 años, edad en que los varones judíos hacen su bar mitzvah, el rabino de su congregación le preguntó a manera de plática a qué equipo de fútbol le iba. “Todos mis amigos se sabían los nombres de los jugadores y equipos, pero eso a mí no me interesaba”. Lo suyo era el teatro, el cine, las artes. No el deporte.
A medida que fue creciendo, su identidad sexual se le fue revelando. En una salida con sus amigos visitaron un club donde bailarinas exóticas se contoneaban provocativamente. Ahí es que todo le hizo clic. “Me di cuenta de que lo que a mí me movía el alma, a lo que me sentía atraído, era a los hombres”, relata. “Pasé dos años de mi vida con ese secreto en mi cabeza, en que no me atrevía a decírselo a nadie porque tenía mucho miedo”. Ya había sido objeto de sorna porque nunca había tenido novias y le gustaba bailar. “Si la gente se enteraba, iba a ser el fin de mi vida, sería un suicidio social”.
Consideró prudente esperar. Se graduó de la escuela e hizo un viaje a Israel. Sus amigos alquilaron un apartamento, pero Eli quería alejarse lo más posible de cualquier conocido. Llegó solo a un kibutz. “Empecé a explorar mi vida, mi sexualidad. Comencé a ir a Tel Aviv, a discotecas y lugares donde se juntaba gente gay”. A pesar de que aún sentía temor de que fuera rechazado por su familia y amigos, que le dejaran de hablar o que lo corrieran de su casa, poder vivir abiertamente fue liberador. “Se me quitó un peso que llevaba 19 años cargando encima”, confiesa.
Cuando regresó a México decidió que por fin era hora de hablar. “Invité a mis padres a cenar. Quería que fueran los primeros en saber y que lo supieran de mí mismo”. Para su enorme alivio, sus padres reaccionaron mejor de lo que esperaba. Por parte de su mamá hubo cierto sentimiento de culpa. “Dijo que el gen de la homosexualidad se pasa por la mamá. Esta desinformación existe…”. Ambos padres lo invitaron a que se cuidara. “Me preguntaron si tenía pareja, desde cuándo lo sabía”, detalla. “Les platiqué, fue bastante tranquilo, y al final ambos me dijeron que me querían mucho y que era lo que era”. Su mamá, quien hasta ese momento imaginaba verlo algún día casado con una mujer judía y con hijos, tuvo que reajustar sus expectativas. “Le dije, ‘mira mamá, yo también quiero eso. Solo que no va a ser con una mujer, sino con un hombre”.
Eli Nassau: ‘Soy gay, ¡oy vey!’
Nace un activista
Eli estudió cine y teatro en la Universidad del Sur de California, uno de los campus más receptivos y amistosos hacia la comunidad Lgbti. Ahí se involucró con una organización estudiantil que trabajaba con alumnos judíos. “Fue mi primera experiencia con este tipo de activismo”, rememora. Un día de 2011, cuando ya estaba de regreso en su país, entró a ese océano extenso de información que es la internet y buscó “judíos gais mexicanos”, y encontró la página de Shalom Amigos, la primera organización que trataba temas de diversidad sexual y judaísmo en su comunidad.
Más adelante, el señor que lo había fundado convocó una reunión con Eli y otras personas. “Era momento de crear algo en donde se diera apertura y conversación con la comunidad de una forma más abierta que Shalom Amigos, que había sido mucho más confidencial y anónimo”, explica Eli. “Era hora de dar la cara, abrir la conversación, salir del clóset, digamos. Así nació Guimel, a principios de 2012, para poder vivir nuestra vida plenamente, sin tener que ocultarnos ni sacrificar una de nuestras dos identidades: ser judíos y Lgbti”.
Guimel, que hoy día tiene aproximadamente 300 personas registradas, busca sensibilizar, esclarecer y apoyar a las personas Lgbti de la comunidad judía, e igual de importante, a sus padres y familiares. “Cuando una persona ‘sale del clóset’, sus papás muchas veces se meten”, explica Eli. Más que tolerancia, buscan promover respeto y aceptación.
En México, Guimel tiene contacto con varias organizaciones como Juventudes LGBT de México, It gets better o Todo Mejora México, y la Marcha de Orgullo LGBT. También tienen vínculos con organizaciones del mismo corte en Argentina, Israel, Brasil y Estados Unidos.
En 2016, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto conmemoró el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia en una ceremonia en Los Pinos. Invitó a varios activistas del movimiento Lgbti. Eli portó una kipá, el gorrito tradicional de la vestimenta judía, con el emblemático arcoíris del movimiento. “Qué mejor que celebrar la ocasión con todas mis identidades a plena luz, para que todo el mundo las vea”.
Eli Nassau: ‘Soy gay, ¡oy vey!’
‘Yo tampoco’
La necesidad de los integrantes de Guimel de decir estamos aquí, somos sus hijos, somos sus nietos, sobrinos, hermanos, y queremos ser parte de la comunidad, sin tener que ocultar esta parte de nosotros, propició la campaña Yo Tampoco hace unos años. El video, que no ha perdido vigencia, es de 8 minutos y muestra la historia de un joven que fue rechazado por sus padres cuando descubrieron que era homosexual. “El mensaje principal es, ¿por qué tienes que perderte de la vida de tu ser querido, solo porque es Lgbti, algo que simplemente pasa, y que no se escoge?”, pregunta Eli. El video concluye con una señora en pantalla que expresa “Yo no rechazaría a mi hijo por nada en el mundo y menos por algo donde él no tiene control”. La cámara luego enfoca en otra señora que añade: “Yo tampoco acepto que se rechace o discrimine a quien es diferente”, y luego una y otros van diciendo “Yo tampoco”.
Aunque han encontrado resistencia, especialmente por autoridades rabínicas y miembros de la comunidad que alegan que estaban destruyendo las tradiciones o promovían una vida que no va con la religión, Eli afirma que cada vez son más quienes les abren las puertas. “Lo que pretendemos es precisamente celebrar nuestra vida judía en conjunto con nuestras familias y amigos”.
Después de todo, la Biblia dice que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y no hace reparos en la orientación sexual.