Hay un muchacho pintando allá arriba. Eso cree la señora que me recibe en la escuela República de Haití, durante el turno de la tarde, en Río Abajo.
Vengo a ver a la artista que trabaja en el mural, le explico para que me deje pasar. Parece no saber de qué hablo. Lo piensa y agrega: “ah… ¿el muchacho? Sí, está allá arriba”. No es un muchacho, es Evalynn De Ycaza quien pinta.
Cumple con un encargo del Municipio de Panamá porque la escuela forma parte de los Puntos de Cultura, lugares de encuentro de la comunidad. Evalynn contaba con seis días para terminar. Había caído ‘buca lluvia’, como dice ella. Ese día también terminará empapada.
Llevaba su arnés de seguridad. Abajo hay un muchacho la ayudaba con la grúa, la subía y la bajaba. Habían que tenido que colocarla en el patio de un local al lado. Por suerte les dieron permiso. Son los detalles técnicos de hacer paisajismo urbano.
Con esta obra tenía la intención de rendir homenaje a la mujer afrodescendiente. El artista colonense Jean Decort le ayudó a pintar. Su mano se nota en los detalles del turbante.
Evalynn De Ycaza: ‘Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional’
Los estudiantes se asoman y admiran el trabajo de Eva. ‘¡Pritty!’, exclaman. Durante el proceso algunos peatones la han saludado y han tomado fotos del mural. Eso lo contará ella después, con agradecimiento, en sus redes sociales.
Evalynn De Ycaza: ‘Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional’
Pero, no siempre pintar en espacios públicos le ha ganado elogios. A Evalynn la han llevado a la corregiduría varias veces. ¿Más de diez?, le pregunté y su respuesta fue: ‘Sí’. Pero su mamá solo supo de una. Esa vez la retuvieron por más de 15 horas y debió avisar dónde estaba. Por lo general sabía librarse sola de esa situación. La detenían por vandalismo. Algunos jueces le decían: “Está bonito lo que haces, pero la ley dice que debo multarte”. “Si haces graffiti te van a llevar”, explica ella sin tono de víctima. Si la ven pintando con brocha nadie la molesta, el problema es cuando usa una lata de aerosol.
Es el precio a pagar por hacer arte sin permiso, como grafitera. Así se define ella, aunque ha dejado de hacerlo por falta de tiempo y porque no quiere comprometer a la organización que ahora dirige.
En mayo, aun con el aval del proyecto conmemorativo Panamá 500 años, le tocó desmontar el mural Caballo y cometa, que fue atacado. Tal vez lo habría podido dejar, pero el mural era para la comunidad. Si estaban siendo rechazado no tenía sentido dejarlo.
Siempre procura involucrar a la gente del lugar. En la escuela República de Haití, su objetivo era reunir a los estudiantes para hablar del mural.
Evelyn no; mejor, Eva
Firma sus cuadros como EvaDe. Una abreviación de su nombre y una alusión a evadir.
Evalynn De Ycaza: ‘Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional’
Desde niña la gente confundía su nombre. Le llamaban Evelyn. Ella se molestaba: “¡Es Evalynn!”. “¿Eva qué?” Y terminó por aceptar que le dijeran Eva.
Fue la niña del salón que siempre dibujaba, y que muy mal se portaba, reconoce. El arte fue una tabla de salvación. “En 2009 empecé a sufrir de depresión y me di cuenta de que dibujar me ayudaba”, añade.
Se considera muy introvertida —aunque parece extrovertida. Esa característica, al principio, fue un obstáculo para insertarse en la escena del arte. “Panamá es un país chiquito y al final muchas cosas dependen de a quién conoces”. Le frustraba no participar en proyectos interesantes porque no la conocían o no le caía suficientemente bien a quien los organizaba”.
Eva quería pintar. Decidió hacer algo por su cuenta. A “rayar” en la calle. En El Valle de Antón pintó un grafiti en referencia a la India Dormida, que fue muy compartido en las redes sociales, casi la arrestan por ello.
En 2013 empezó a compartir con otros grafiteros. Cuando sabía que iban a pintar, les preguntaba si podía ir. “Llega, pues”, la invitaban. Y se integró a una comunidad de artistas.
Cuando la ciudad es el lienzo
Como Eva también la conocen sus colaboradores del proyecto Canvas Urbano, que nació hace dos años y del que ella es coordinadora.
Luis Mendieta y Maybe Henríquez son junto a ella los pilares del grupo, pero no podrían sin el apoyo de muchos voluntarios.
La artista relata que su mamá, arquitecta, siempre ha sido voluntaria en oenegés. Desde niña, la llevaba a hacer trabajo social. “A mi mamá no le gustaba que yo carnavaleara, así que para esa época siempre me mandaba a otro país a trabajar”, contó Eva en una de las conferencias de Creative Morning, donde Canvas Urbano fue protagonista. Allí detalló que llegaba toda ilusionada al país extranjero y resultaba que su mamá la había inscrito en un proyecto social, ya fuera en Chile, Colombia o Perú.
Evalynn De Ycaza: ‘Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional’
En esos viajes observó como la gente podía impulsar cambios en sus comunidades y usar el arte como herramienta. Empezó a preguntarse qué podía ella hacer en Panamá.
Le dio vueltas a la idea de traer al istmo una iniciativa de arte urbano. Le aconsejaron hacer algo propio, local. Así nació Canvas Urbano.
En 2018 el grupo participó en la convocatoria que hizo Mar Viva para celebrar el mes de los océanos. Con la Fundación Iguales y la Organización de Naciones Unidas también pintaron sobre derechos humanos en vía Israel, frente a los colegios de Paitilla. Alrededor de 40 artistas hicieron diferentes rostros.
“Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional. Apoyar a más artistas a crear un currículum para aplicar a intervenciones en el extranjero”, explica Eva.
Bajo el nombre de Canvas Urbano 500 concursaron por fondos para el concurso Panamá 500. Y ganaron.
La idea de Eva era llevar literatura a las calles de la Frangipani, una avenida histórica. Los niños del barrio escogieron entre 14 cuentos nacionales pre seleccionados por Eva, quien se dedicó a leer historias infantiles en la Biblioteca Nacional.
El cuento El chorro de las mozas fue ilustrado por Andie Soto, y El gallo Vicente lo hizo Rolo de Sedas, esas dos historias son del libro Narraciones Panameñas. Mientras que el cuento Alegría de Cheril Lewis lo ilustró Teks.
A Eva le correspondió Cometa y Caballo, relato de Moisés Pascual. Un líder comunitario empezó a decir que el caballo representaba tristeza, que la Biblia advertía sobre esa figura. La polémica llegó hasta las televisoras y los artistas empezaron a ser mal vistos en la comunidad.
Antes de entrar en polémica, lo desmontaron. Una decisión dolorosa. Algunos vecinos les pidieron reemplazar el dibujo, pero no sencillo cambiar de un día para otro un trabajo hecho a mano que había tomado tantas horas y material.
Evalynn De Ycaza: ‘Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional’
Arte en la cancha de monte oscuro
Mientras trabajaba en el proyecto en Frangipani, Eva recibió, en abril, una solicitud para pintar una cancha en Monte Oscuro.
La cancha se veía desde la línea 2 del Metro, pues estaba cerca de la estación de San Miguelito. Era el tipo de idea a los que Eva y su grupo suelen decir claro que sí. Lo hicieron con el respaldo de Glidden, marca de pintura con la que han trabajado varios murales.
El motor de esta iniciativa fue el activista comunitario Diego Ávila.
A todos les sorprendió la reacción del barrio. Los vecinos ayudaron; algunos trajeron a sus niños y hasta los que en un principio tenían dudas luego se entusiasmaron.
Evalynn De Ycaza: ‘Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional’
Evalynn De Ycaza: ‘Quiero poner a Panamá en esa lupa del street art internacional’
Los chicos de Canvas Urbano tenía un montón de ideas, pero supieron ver que ese espacio significaba algo más para los vecinos.
Colocaron mensajes. Hay uno muy especial para la artista, y que ya había escrito en Frangipani. “La gente va caminando y empieza a leer: “Tú creas… tu futuro… y cuando te das cuenta de eso te sorprendes”, dice Eva.
“Ese lugar puede ser más que una cancha, un sitio para otras activaciones culturales”, explica.
Ese es el poder que tiene transformar un espacio público. El arte con sentido puede ayudar a la gente a dar otro significado al sitio y apropiarse de él.