Thalía Velásquez, empresaria panameña radicada en Boquete, es cofundadora del Hotel Valle Escondido, un resort enfocado en el bienestar. Su interés por la salud y el cuidado personal surgió en 2008, tras el diagnóstico de cáncer de su esposo, una prueba difícil que se sumó a otras experiencias de resiliencia en su vida. Años antes, Thalía sobrevivió a la violencia doméstica en su primer matrimonio, lo que le llevó a crear la fundación Hope, dedicada a ayudar a sobrevivientes de este tipo de abuso. Además, compartir su historia y reflexionar sobre ella era una tarea pendiente que ha materializado en su libro Fuga por mi Vida, del cual nos habla en esta entrevista y está previsto para publicar la próxima semana.

Thalía, ¿de qué trata Fuga por mi vida?

Mi libro cuenta mi historia, desde mi infancia hasta el momento en que me caso, muy joven, vivo fuera de Panamá y caigo en una relación violenta con una persona que era luz en la calle y oscuridad en casa. No me atrevía a hablar porque, ¿quién me iba a creer? Era alguien muy carismático, bien relacionado.

El libro narra cómo los primeros años de mi vida moldearon mi percepción del amor y la seguridad. También exploro cómo la sobreprotección de mi madre me llevó a buscar la libertad de manera desesperada. Hablo del balance necesario en la crianza de los niños. Cada capítulo tiene una reflexión sobre lo vivido, cómo esas experiencias me afectaron e influyeron en mis decisiones.

Mi libro también toca el tema de la salud mental, ya que el impacto emocional de la violencia es devastador.

¿Cuándo empezó a escribirlo?

Comencé durante la pandemia. Entonces las noticias sobre la cantidad de casos de violencia doméstica en nuestro país y en todo el mundo eran alarmantes. Ver lo que estaba ocurriendo en el mundo, especialmente a puertas cerradas en los hogares, y cómo las víctimas de violencia no tenían una escapatoria, fue lo que me impulsó a escribir. Me encontraba en Boquete, en mi casa, rodeada de naturaleza, tuve espacio para hacerlo.

¿Cómo fue el proceso de escritura?

Había comenzado a escribir mucho antes, tomando notas. Cuando eres víctima de violencia, tiendes a bloquear ciertos recuerdos, pero ciertas cosas no se olvidan. Tu subconsciente sigue cargando esas vivencias. Aunque había momentos en los que lloraba al escribir, fue un proceso de sanación muy profundo. Durante esos años, también me fui adentrando en el tema del bienestar y la salud emocional, lo que me ayudó enormemente en mi sanación.

¿Cómo enfrentó escribir sobre algo tan personal y doloroso?

El proceso de sanación comenzó cuando estaba en esa situación de violencia. Yo estuve en un albergue en Estados Unidos. A lo largo de los años, con el apoyo de mi esposo, Samuel Taliaferro, fui reconstruyendo mi autoestima y confianza. Él me brindó muchísima seguridad, lo que fue fundamental para mi sanación.

Además, cuando estudié sobre salud y bienestar, me di cuenta de lo importante que es dedicarte tiempo. Vivimos en un mundo donde todo es rápido, pero nos olvidamos de cuidarnos. Para mí, tener ese tiempo para reflexionar fue esencial para escribir el libro y poder procesar mis experiencias.

¿Qué otro desafío enfrentó durante la escritura?

Relato con crudeza el ciclo de violencia que soporté: desde los primeros golpes hasta los episodios más brutales que pusieron en riesgo mi vida. Al principio, escribí de manera superficial, no quería que mis hijos leyeran esas cosas. Pero, cada vez que leía lo que había escrito, me decía a mí: “Esto no fue así, fue mucho más intenso, más horroroso”. No podía maquillar la realidad si quería que mi libro tuviera el impacto que buscaba: abrir los ojos de la sociedad ante la violencia doméstica. Mucha gente piensa que las mujeres se quedan en esas situaciones porque les gusta, pero el agresor logra un control psicológico que manipula por completo a la víctima.

Una amiga me ayudó a desbloquearme cuando me quedaba atrapada en el pasado. Ella me propuso que grabara lo que había vivido y luego lo transcribíamos.

¿Qué le gustaría que las personas entendieran de este ciclo de la violencia?

Muchas veces las personas que viven violencia no creen estar en peligro. Se culpan a sí mismas: “No limpié bien”, “No hice esto como debía”, y piensan que merecen el maltrato. La sociedad también las juzga. En la Fundación hemos recibido todo tipo de casos, y es desgarrador ver cómo el abusador aísla a la víctima, minando su autoestima hasta dejarla en la desesperanza.

En el libro explico por qué es tan fácil que la víctima vuelva con el agresor: es porque lo amas. No quieres dejar la relación, y en mi caso, menos aún porque ya tenía un hijo. Yo creía que podía cambiarlo, pero no puedes cambiar a tu agresor. No es tu culpa.

También hago un llamado a la sociedad y a los familiares de las víctimas para que ofrezcan el apoyo necesario. Mis suegros, por ejemplo, fueron un refugio, me acogieron con tanto amor que me dieron la fuerza para seguir adelante.

Aún se percibe la violencia doméstica como un problema de ciertos sectores de la sociedad.

Las estadísticas no siempre reflejan la realidad, porque la mayoría de las denuncias provienen de personas con un estatus socioeconómico medio o bajo. Sin embargo, aquellas con un estatus social más alto suelen “maquillar” la situación, divorciándose sin mencionar la violencia doméstica. Muchas veces, estas personas permanecen en relaciones violentas por más tiempo del necesario para mantener su estatus social.

¿Qué mensaje quiere dejar a sus lectores?

El título de mi libro, Fuga por mi vida, es muy potente. Refleja mi trayecto, desde la ilusión de libertad hasta la necesidad de escapar de una situación que me estaba destruyendo. No fue solo una huida física, sino una liberación emocional y mental.

Tuve momentos oscuros en los que no me reconocía y pensaba: “¿Cómo voy a salir de aquí?” o “¿Cómo voy a acabar con mi vida?”. Fue el amor por mis hijos lo que me mantuvo. Creo que la razón por la que seguimos aferrados a la vida es porque hay alguien que nos ama o alguien a quien amamos profundamente, y eso nos da la fuerza. Con mi libro quiero ayudar a las personas a encontrar una luz de esperanza.

* Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

* Suscríbete aquí al newsletter de tu revista Ellas y recíbelo todos los viernes.