Panquiaco era el hijo de un cacique indígena. Vasco Núñez de Balboa, un español que buscaba conquistar tierras en el nuevo continente. En un encuentro, el indígena le cuenta al visitante sobre otro mar, uno de elevada riqueza. Juntos viajaron del océano Atlántico al Pacífico. Al llegar, Balboa dice: “en el nombre de la reina, soy el descubridor del Mar del Sur”. En la leyenda, el mar le llora a Panquiaco y le reclama: ¿Qué me has hecho? El hijo del cacique termina entregándose a sus aguas.
Este mito es la base de Panquiaco, un largometraje creado y dirigido por la chitreana Ana Elena Tejera que mañana estrenará en el Festival Internacional de Cine de Róterdam.
Aunque la inspiración de la cinta surge de la leyenda, la misma no posee referencia histórica. En su lugar, los elementos del mito son revividos en la época contemporánea por Cebaldo, un guna que lleva 40 años viviendo en Portugal al que la nostalgia por su isla y sus memorias lo persiguen. Cebaldo regresa a su isla y se enfrenta con un botánico que lo desafía con la idea de que lo que ha regresado a buscar, ya no existe.
“Esta es una película con una narrativa arriesgada, no es comercial”. Ni documental, ni ficción. Ana Elena define su estilo como un híbrido “entre personas reales y ficcionadas”.
Apuesta arriesgada en Róterdam
Ana Elena inició este proyecto, su primer largometraje, hace dos años y medio. “Me interesan los temas rituales y ancestrales, como la cosmovisión de los grupos negros o indígenas de Panamá”.
Fue grabado en las comunidades Ustupu, en Guna Yala; en Campo Laurel, en Darién y en Vila Do Conde, en Portugal.
El elenco incluye indígenas y pescadores portugueses “que [en la película] son ellos, pero a la vez son ficción”.
Durante su etapa de postproducción, Panquiaco ganó varios fondos nacionales como el Fondo de Cine de Panamá y el Fondo Panamá Ciudad de los 500 años. A nivel internacional, obtuvo reconocimiento en los laboratorios del Tribeca Film Institute, de Nueva York; Nueva Mirada en Cuba y en Chile Docs.
En 2019 fue la primera película panameña en ganar el Fondo Primera Mirada, que otorga el Festival Internacional de Cine de Panamá a trabajos en desarrollo.
El premio fue un capital para contribuir a la culminación de la cinta y la oportunidad de presentar el proyecto en el Festival de Cannes 2019, ante agentes de ventas, dentro del mercado fílmico Marché du Film. “En esas proyecciones tuvimos muchas ofertas para estrenarla en distintos festivales”.
En Róterdam, Panquiaco forma parte de Bright Future, competición oficial donde concursa junto a 15 películas de directores emergentes.
Una artista con matices
La nostalgia por Guna Yala en Róterdam
Ana Elena es actriz desde niña en Chitré. Dice que su forma de hacer arte tiene diferentes capas. Hace teatro, performance, proyectos sociales alineados al arte y cine.
Hace unos años, como parte de un programa social con jóvenes de Casco Antiguo, les proporcionó cámaras a ex pandilleros para que crearan un diario fotográfico.
Hace 4 años se mudó a Barcelona. Allá estudió una maestría en cine documental, pero confiesa que no le gustó tanto la experiencia: “no me gusta la educación formal, pienso que se aprende más siendo autodidacta”.
El año pasado ganó una residencia artística llamada Le Fresnoy, otorgada por el Gobierno de Francia; ahora vive al norte de ese país.
La nostalgia por Guna Yala en Róterdam
La mora educativa sobre la invasión
Aún desde la distancia, y casi en semejanza al nostálgico Cebaldo, Ana Elena dice no poder pensar en hacer cine que no sea de Panamá. “Es hermoso ver las historias que hay para contar. Hay tanto que exprimir”.
En la exhibición Una invasión en 4 tiempos, presentada en el Museo de Arte Contemporáneo a 30 años de la invasión estadounidense, la artista presenta una instalación llamada Aula de clase.
Una silla escolar de madera, luces neón y 5 televisores retro transmitiendo imágenes de los años 1988 y 1989 con propaganda, noticieros y publicidad, la integran. Ahí reflexiona sobre su educación escolar, vacía de esa parte de la historia.
En diciembre realizó un performance llamado Bla bla bla en la instalación. Con su cuerpo como recurso artístico, lanza una crítica a los mensajes que enviaban los medios de comunicación y cuestiona los diferentes discursos que existían entorno a la situación del país
La nostalgia por Guna Yala en Róterdam
“¿Cómo habían imágenes de personas ofreciéndole cerveza a los gringos y al mismo tiempo, otra de los bombardeos y de gente tirada en el piso. Son puntos de vista distintos, pero sucedían en el mismo lugar. Eso me impacta mucho”.
Durante su performance, que mezclaba imágenes, sonidos y actuación, Ana usó piezas de vestir de estilo ochentero, que muestran sus piernas. En ellas pegaba papeles con las palabras Bush, Disney o Restos de El Chorrillo. Dice que con ello representa la promiscuidad de las imágenes presentadas en los medios. “Ese vestuario es como entregarme a un lugar de seducción, porque Panamá para mí es eso, un lugar que seduce”