El 2 de enero es su cumpleaños. El 31 de diciembre es el de su hermano menor y el 1 de enero el de su padrastro con quien ella creció. Así que en su casa la celebración de Año Nuevo, con los tres cumpleaños incluidos, duraba prácticamente tres días.
Pero cuando Carmen Drayton iba a cumplir 15 años en su familia no se hablaba sobre ninguna fiesta ni siquiera le preguntaban cómo quería celebrarlo. “¿Será que me lo van por alto?”, pensó. Ella había sentido mucho estrés cuando su hermana mayor cumplió 15 años, así que sabía que no quería una celebración de esa magnitud.
“Yo no era de tener un montón de amigos ni era la niña de querer un 15 años para invitar a mis amigas y tener las 15 velas, apagarlas… Soy muy de familia”. Aunque no le interesaban las fiestas muy grandes, sí le gusta celebrar su cumpleaños sin importar la edad que esté cumpliendo.
Con el vestido que le compró su mamá para Año Nuevo, Carmen llegó a su iglesia en Colón ese domingo 2 de enero (2011), confiada de que el culto de Año Nuevo se haría ese día. Se encontró que eran sus 15 años sorpresa.
En un principio pensó que la fiesta era para otra quinceañera pero luego se dio cuenta que la agasajada era ella cuando fue escoltada por dos de sus primos.
La sorpresa de 15 años de Carmen Drayton
“Fue un 15 años cristiano”, describe. Estaban familiares, amigos de la iglesia y del colegio. Afuera de la iglesia estaba el área de comida.
El fin de semana siguiente hizo otra celebración también en familia y amigos, pero ya no era dentro de una iglesia.
Confiesa que desde ese momento ha arruinado todas las sorpresas que le han hecho porque quedó con la expectativa de que si “algo no se está moviendo” es que lo están haciendo a escondidas.