El peso de 13 muertos y 100 heridos atropellados por una furgoneta aún se sentía en Las Ramblas de Barcelona el día que Yadyra llegó a la ciudad. Habían pasado 48 horas del atentado ocurrido el 17 de agosto. Ella viajó desde Panamá para visitar a sus hijas, estudiantes en la capital catalana.
Yadyra conoce bien el dolor. En su consultorio, a través de arteterapia, ayuda a sus pacientes a pintarlo, escribirlo, ponerlo en arcilla o salpicarlo por la pared. “Lo ocurrido estaba a flor de piel allí en Las Ramblas. Veía a la gente llorar. Dejaban flores en el lugar del ataque. Me dije: ‘sé que tengo habilidades. Algo puedo hacer’. Y me puse un cartel en que se leía: ‘abrazos gratis”.
Yadyra Yánez y su centro de arteterapia en Panamá
¿Y si nadie quiere un abrazo?
Con el letrero puesto, se paralizó. No se atrevía a levantar la vista. Pensó: “pero, ¿qué estoy haciendo aquí?; la gente qué dirá, nadie se me va a acercar… y entonces me dije ‘no estoy aquí por mí, sino por ellos. Tengo que romper mi propia barrera”. Hizo contacto visual con una persona y algo se quebró. Me miró, me abrazó y dijo: “gracias por lo que estás haciendo”. Vino otra chica; luego un muchacho; una señora que le dijo “me devuelves la fe en la humanidad”.
Yadyra Yánez y su centro de arteterapia en Panamá
Yadyra quería abrazar más. De repente tenía una pequeña fila. Entonces vio a un policía alto y serio. “Ahora mismo me dice algo”, pensó ella. El policía no se fue. La miraba. Ella, abrazaba. “Lo vi venir y pensé que me iba a decir que me fuera”. Él se acercó para susurrar: “Te abrazaría, pero no puedo”.
Estuvo allí dos horas. Abrazó a al menos 60 personas. Ese día algo cambió en ella. “Porque cuando tú sales a dar recibes más de lo que diste”, dice sentada en un salón rodeado de cuadros en su oficina de Mai Center, en el corregimiento de San Francisco.
¿Y SI EL ARTE FUERA PARA TODOS?
Sobre vía Cincuentenario, detrás de una concesionaria de la marca de automóviles Ford, está una casa tipo chalet con un letrero en el que se lee Mai Center.
Allí, Yadyra Yánez dirige un centro donde diferentes especialistas aplican terapias y métodos alternativos integrados para niños y adultos, según se lee en su página web. Su método incluye un componente clínico. Por eso el centro fue elegido para recibir a Karen Pence, esposa del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien este año visitó Panamá, y que es una vocera de los beneficios de la arteterapia.
Yadyra Yánez y su centro de arteterapia en Panamá
Mai Center tiene color en las paredes, pero también en sus cuadros y esculturas. No es una escuela de arte. Las personas allí no se hacen expertas en alguna técnica y eso es algo que Yadyra se apresura a aclarar.
Yadyra sí piensa que el arte es para todos. Hay que hacer una campaña, pues muchos creen el arte es solo de las élites.
“Casi todos a los 10 u 8 años pintan. Algunos lo hacen muy bien. Pero a los 15 años ya no pintan. Hay un momento en la preadolescencia en que nos desconectamos de nuestro ser creativo”, dice.
Aquí procuran que los jóvenes y adultos se vuelvan a reconectar con esa parte creativa. Cuando ella le pide a una persona que pinte de qué color se siente, y se pinta roja, Yadyra sabe que hay rabia; si se pinta azul, tristeza. Y a partir de allí puede ir definiendo la terapia.
Yadyra Yánez y su centro de arteterapia en Panamá
Recurre a diferentes expresiones artísticas: la escritura, el contar cuentos, la danza, el teatro o el moldeado de figuras en arcilla o plastilina.
Una habilidad del arteterapeuta es adaptarse, explica. El arte es la herramienta física, pero la herramienta más fuerte son las emociones. “No puedo decir: ‘vamos a hacer una carita feliz’ si estás triste. Si quieres gritar, gritamos, si quieres romper, rompemos, o tirar pintura, lo hacemos. Tienes que entender qué te está pasando y desde ese entendimiento empezar a tomar acción”.
“Solemos ser muy duros con nosotros. ‘Qué boba soy, qué tonta’, ‘fue mi culpa’ son frases que nos repetimos”. Agrega : “Aquí vamos a través del arte a sacar tus virtudes, tus fortalezas. No importa si la obra que hiciste no te parece perfecta. En ese proceso de atreverse vamos a conectarnos”, explica.
“El arte hace que la gente deje de pensar por un momento en esa enfermedad. Pensar constantemente algo nos causa estrés, eso es neurológico”. Esto es, por supuesto, un complemento. El paciente que tiene una enfermedad debe seguir las indicaciones de su doctor.
ADMINISTRADORA Y ARTISTA
Yadyra estudió administración de empresas. Aunque siempre le gustó el arte, eligió tal carrera porque sus padres temían, como muchos, que no pudiera vivir del arte. Hace dos décadas ella y su esposo se mudaron por motivos profesionales de Ecuador a Panamá, que es para ella una patria adoptiva; aquí encontró la manera de desarrollarse como artista.
Yadyra Yánez y su centro de arteterapia en Panamá
Pero fue bueno aprender de administración, cuenta, pues eso le ha dado los elementos para llevar adelante el centro, que fue fundado por una persona que tuvo que mudarse a otro país, y se encargó ella.
Yadyra se nacionalizó panameña. Estudia psicología en la Universidad Santa María la Antigua (USMA), y cuando la llamaron de la Embajada de Estados Unidos para conocer a la señora Pence y hablar de arteterapia, pidió poder llevar a un grupo de estudiantes de la USMA. Además de ser esa una gran oportunidad, quiere que en Panamá más personas se entusiasmen con la arteterapia. Aquí todavía no se puede estudiar.
Yadyra Yánez y su centro de arteterapia en Panamá
También ofrece talleres voluntarios. Ha trabajado con personas que asisten a la Fundación de Amigos del Niño con Leucemia y Cáncer.
Explica que allí hay dos poblaciones. Una es la de los niños que por el hecho de ser niños tienen mucha energía. Con ellos la arteterapia es un juego: usan plastilina, títeres, hacen historias de ellos donde son personajes principales.
“Contamos cuentos de superhéroes con villanos. Utilizamos los títeres para que expresen cómo se sienten, ellos no lo pueden contar, lo cuenta un títere”. Pero otro grupo de trabajo interesante para ella es el de los adultos significantes; se refiere a las personas que acompañan a los niños en su tratamiento. A veces son los abuelos o los tíos. La carga emocional de estas personas es fuerte. Cuando trabajas con un paciente con cáncer tienes que trabajar con su familia.
Cuando se habla del cáncer se suele presentar y ahondar la parte más negativa. Yadyra ve hoy en esta enfermedad, que puede ser pasajera si se trata, un momento para que la persona se conecte consigo misma. Algo que no hacía porque nunca se detenía, nunca tenía tiempo. “Es el momento de hacer algo por uno”.