Hace unos años, en el Puente Rojo de Samaria, una niña de cinco años pateaba por primera vez un balón de fútbol. No estaba sola; sus hermanos y vecinos, todos varones y mayores que ella, se convertían en sus rivales dentro de la cancha del barrio. En esa cancha se fogueaban las birrias que sirvieron de cuna para la futura volante que, casi 20 años después, llevaría a Panamá a su primera Copa Mundial Femenina de la FIFA.
A sus 24 años, Erika Hernández ha hecho historia para su patria: es parte de la Selección Femenina de Fútbol que lleva a Panamá a su debut en este campeonato.
Cuando era niña, uno de sus vecinos era entrenador de una escuelita de fútbol para niños en Brisas del Golf. Él la vio jugando en el barrio; vio talento y preguntó a su familia si la pequeña podía entrenar en la academia deportiva.
Erika Hernández juega en las posiciones de volante y delantera. Fotografías: Janín Gastón
Ya era parte de la Selección Mayor Femenina cuando en 2018, al perder en partido de repechaje, no lograron clasificar al mundial de fútbol de ese año. Cree que esta vez fue la madurez de las jugadoras una de las claves para la clasificación: “antes éramos muy pequeñas, no teníamos experiencia. Ahora somos más unidas”.
La futbolista y estudiante de la licenciatura en Educación Física de la Universidad de Panamá fue parte de las convocadas para el partido que en Nueva Zelanda, en febrero de este año, definiría el histórico pase de la selección femenina a su primer mundial. “Lo anhelábamos tanto. A veces nos reuníamos en una de las habitaciones a hablar sobre todo lo que podía ocurrir si pasábamos al Mundial, cómo la vida nos podía cambiar, sobre todo este grupo que ha venido de abajo juntas. Incluso llorábamos de solo pensarlo y así mismo ocurrió. Es algo inexplicable”
Erika es el alma del equipo. Lo repiten sus compañeras cada vez que pueden. No es difícil imaginarlo: ella es la que siempre baila, canta, bromea. Hasta puso a bailar al equipo de Ellas para un TikTok. “Sin ella sería aburrido”, me dice una de las jugadoras durante una visita que realizamos al estadio Rommel Fernández, donde se hizo esta entrevista y sesión de fotos. “Es que no me puedo quedar quieta”, responde cuando le pregunto sobre ese título con el que sus compañeras la coronan: “Me sale natural. Me gusta verlas reír”.