Sobre un techo de hojas
Teleférico y torre de observación
Mis ojos solo veían tonos de verde. Ante mí y mis ganas de subir pronto a una de las cabinas aéreas del teleférico del Gamboa Rainforest Reserve (me gustan las alturas) se posicionaba el denso bosque secundario que lo rodea y que atravesaríamos.
Este teleférico fue construido hace 20 años y su sistema se adentra en la selva tropical.
Antes de abordar, recibes un dispositivo de audioguía que durante el trayecto proporciona información de lo que ves a tu alrededor.
Gamboa desde el aire, recorriendo el bosque en teleférico y líneas de canopy
El recorrido es calmado y silencioso, invita a conectar los sentidos con el entorno boscoso. Este tramo aéreo de 600 metros sube el cerro Pelado, que durante la construcción del Canal de Panamá fue deforestado. Si la fortuna te acompaña y te mantienes alerta, podrás escuchar o ver animales como monos aulladores y tucanes.
En su punto más alto, el teleférico alcanza una altura de 22 metros; lo que se traduce a una impresionante y atípica vista sobre la copa de los árboles. Desde ahí, mirando a la izquierda, está el río Chagres.
Gamboa desde el aire, recorriendo el bosque en teleférico y líneas de canopy
Al llegar al extremo de la ruta aérea, el teleférico llega a la base de la torre de observación.
La edificación está compuesta de rampas, para nada pronunciadas, que permiten subirla sin gran esfuerzo. En la plataforma superior, tendrás ante ti una panorámica en 360° con vistas al río Chagres, el parque nacional Soberanía, la ciudad de Gamboa, el Canal de Panamá y techos del asentamiento Emberá en las riberas del río. Allí se está más arriba de las copas de árboles.
A 32 metros de altura en canopy
Gamboa Tree Trek
Gamboa desde el aire, recorriendo el bosque en teleférico y líneas de canopy
Gamboa Tree Trek consiste en una serie de 10 cables de zip line conectados en 13 plataformas.
El circuito recorre 1.4 kilómetros. Se inauguró en septiembre de 2019 y tanto Wilfredo como Jonathan, nuestros guías ese día, estuvieron involucrados en su diseño.
Desde el vestíbulo del hotel, un bus nos llevó a la oficina de inscripción del canopy. Ahí se recibe el arnés y el casco, además de las instrucciones y medidas de seguridad. En ese lugar también te proveen de un casillero con llave. Por seguridad, al tour no se puede llevar celulares ni cámaras. Los guías toman fotografías que luego envían por correo.
Gamboa desde el aire, recorriendo el bosque en teleférico y líneas de canopy
Las primeras líneas del canopy son las más cortas y cercanas al suelo. Esas me ayudaron para tomar confianza y practicar. Los guías enseñan a disminuir la velocidad mientras te desplazas por la línea. Si frenas mucho y te detienes a mitad de camino, como me pasó a mí, uno de ellos se desliza hacia ti y te acarrea hasta la próxima plataforma.
Su punto más alto está a 32 metros de altura. Desde ahí, ves la copa de muchos árboles. También ves a los turistas, concentrados en su audioguía, pasar debajo de ti en el teleférico.
Gamboa desde el aire, recorriendo el bosque en teleférico y líneas de canopy
Desde las plataformas, ubicadas sobre robustos árboles, hay vistas hacia el río Chagres o hacia la comunidad Emberá, en la ribera. Se puede escuchar el repicar de los tambores mientras dan la bienvenida a algún grupo de visitantes.
La línea más extensa mide 290 metros; es muy rápida (se recorre en menos de 10 segundos), pero da una grandiosa vista. Al cruzarla me sentía como una versión femenina de Tarzán.
El tour dura una hora y media. Terminé mi recorrido con ganas de volver.
Gamboa desde el aire, recorriendo el bosque en teleférico y líneas de canopy
Gamboa desde el aire, recorriendo el bosque en teleférico y líneas de canopy