México detenta un récord atroz: el de feminicidios. Siete mujeres fueron asesinadas cada día, en promedio, durante 2016, o lo que es lo mismo, se produjeron 2 mil 746 muertes por razones de género, según un estudio de la ONU publicado en diciembre de 2017, en colaboración con el Gobierno mexicano.
Esto significa un aumento del 18% respecto al año 2015, con 2 mil 324 asesinatos de mujeres. La crueldad es, además, la marca de fábrica de estos crímenes. Muertes provocadas por asfixia o armas blancas.
Por áreas geográficas, son cinco los estados de México más mortíferos para las mujeres. Ciudad de México (centro), Guerrero (sur), Chihuahua (norte) y Veracruz (este) representaron el 40.2% de las muertes violentas de mujeres el año pasado. El estado de México, junto a la capital, es el más peligroso para las mujeres con 421 asesinatos en 2016.
La mitad de las víctimas tenía entre 15 y 35 años.
La violencia sigue avanzando sin frenos en el país – con cifras que rebasan los 200 homicidios de mujeres en los primeros días de enero, según los medios locales.
Pero hay heroínas dispuestas a combatir en primera línea este infierno.
Una de ellas es la historiadora Julia Tuñón Pablos. Su arma para hacer frente a esta lacra machista es un sesudo estudio sobre el papel de las mujeres mexicanas en la construcción del país, que fructificó en un libro con título sencillo y directo: Mujeres. Entre la imagen y la acción. Tuñón cava un surco en la historia de los mexicanos y concluye que la violencia contra el género femenino proviene de la extensión en la sociedad de un concepto previo. “La psique está marcada de manera inconsciente con la idea de que las mujeres son inferiores o poco dignas y de ahí que se legitime el tratarlas como si fueran animales”, explica.
‘Hay que reivindicar a las mujeres anónimas’
Heroínas en tierra de femicidios
Para erradicar la crueldad machista, la clave no está en cambiar las representaciones del pasado que han vinculado a las mujeres a roles de inferioridad respecto a sus pares masculinos o que las han definido por su aparato reproductor. “Lo que hay que hacer es educar la mirada y agudizar el sentido crítico”, aduce. En este sentido, propone “devolver a las mujeres su carácter social”. “Deberíamos reivindicar a las mujeres anónimas que han estado ocultas, porque no han tenido cabida en una historia que solo era contada a partir de la política, la parte militar y la diplomacia: en este mundo estaban excluidas las mujeres”, explica. “No hay que decir que todas eran maravillosas, sino recuperar su identidad en la sociedad”, arguye.
La activista María Salguero también trata de frenar esta barbarie. Es ingeniera geofísica y ha creado un mapa interactivo que registra los asesinatos de mujeres en territorio mexicano desde enero de 2016, a través de una serie de alertas en Google. “Trato de poner nombre a las víctimas para que no sean solo números”, explica. “No solo asesinaron a estas mujeres, sino que rompen el tejido social destruyendo una familia. La mayoría deja niños huérfanos”.
Para elaborar la base de datos parte de notas periodísticas, porque confía poco en las cifras que proporcionan las autoridades. “No hay bases de datos de feminicidios que puedan ser consultadas”, destaca. “Si te dan un número oficial, dicen que en realidad fue menor. No quieren admitir que están matando a las mujeres porque eso sería señalar su responsabilidad”. Fue, precisamente, esta falta de transparencia la que le llevó a hacer esta contabilidad.
La mayoría de los casos queda impune. Desde que María comenzó el recuento han sido asesinadas 4 mil 180 mujeres. Se ha sentenciado a 34. “El mensaje que llega a la sociedad es que se puede asesinar sin pagar una pena. Necesitamos más educación, pero también más capacitación en la perspectiva de género de policías y jueces, porque el machismo está muy arraigado”, incide.
Cuando empezó a procesar esta información, María no podía dormir. Las pesadillas son ahora menos frecuentes, pero cuando siente que ya no puede más toma su bicicleta y escapa por unos momentos.
La Cámara de Diputados mexicana aprobó a principios de este mes una reforma para que el feminicidio sea considerado delito grave y amerite prisión preventiva.