Contestó la videollamada por Whatsapp con una gran sonrisa. Aunque entre nosotras había 7 horas de diferencia; ella en Barcelona, yo en ciudad de Panamá, ambas nos encontrábamos confinadas, en nuestras casas, por el mismo motivo.
Anggie Obin es una flautista panameña de 25 años que ha recorrido escenarios en España y Estados Unidos. Está graduada de Berklee College of Music, de Boston, gracias a una beca completa que ganó en 2012 en el marco del Panamá Jazz Festival.
La música llegó a ella por Guadalupe, su mamá. “Siempre me regalaba instrumentos musicales de juguetes para Navidad. Ella tenía la ilusión de que sus hijas se involucraran en el arte. Me llevó a cada festival de jazz y cada actividad cultural que había en la ciudad, aunque yo no tuviera tantas ganas de ir. Se lo debo a ella”.
En secundaria, cada sábado Anggie acompañaba, sin muchas ganas, a su hermana a sus prácticas de baile del conjunto típico en el Instituto Justo Arosemena (IJA). Uno de esos días escuchó el ensayo de la banda musical de la escuela, y el sonido y forma de tocar la flauta trasversal captó su atención. “Me parecía un instrumento raro por la posición en la que se tocaba, parecía que tenías que tocarlo sin verlo”.
A los 12 años empezó a estudiar la flauta, aunque el director de la banda musical del colegio quiso persuadirla para que aprendiera a tocar saxofón. “Pero yo no quería. Es que no había tantas flautas buenas para usar y él tenía un montón de saxofones en el depósito sin utilizar. Dije que no. Me dio la peor flauta que tenía y así empecé”
Estudiando en tres sitios al mismo tiempo
La flautista panameña en Europa que creció entre festivales de jazz en ciudad de Panamá
De adolescente estudiaba en tres lugares: por las mañanas, asistía al colegio; por las tardes, era voluntaria y recibía clases en la Fundación Danilo Pérez; y algunas noches a la semana, asistía al Conservatorio de música Narciso Garay.
“Para ese tiempo no tenía vida, no iba a fiestas, ni estaba mucho con mis amigos. Eso es algo que ahora me ha dado un poco de tristeza porque me habría gustado estar más con mis amistades y disfrutar más esa parte de mi juventud. Me la pasaba todo el día estudiando porque quería ganarme una beca”, recuerda la artista.
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Su abuela, que se llama Guadalupe igual que su mamá, la buscaba cada noche cuando terminaba sus ensayos en el conservatorio. “Me iba a buscar hasta Ciudad del Saber para llevarme a la casa en Juan Díaz. Eso más las horas adicionales de tráfico. Ella y mi mamá, las dos mujeres de la casa, fueron quienes dieron la cara por nosotras. Nos enseñaron disciplina. Siempre me dijeron que no dejara de soñar”.
En estos inicios en Panamá, tocó junto a músicos como Danilo Pérez, Rosa Passos y Rubén Blades. De este último, recuerda que le sorprendió su seguridad: “Es un súper músico, tiene una vibe muy cool“.
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Del electrizante Nueva York a la ordena España
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Luego de culminar la secundaria, en el marco del Panamá Jazz Festival 2012, participó en unas audiciones y ganó una beca completa para estudiar un licenciatura por 4 años en Berklee College of Music en Boston. “Me fui con los ojos cerrados. Estudiar una carrera allá puede costar medio millón de dólares. Hay quienes pueden pagarlo, pero para personas como yo, de clase media, una beca o un préstamo son las únicas opciones”.
En 2017, ya graduada de la licenciatura en interpretación musical, decidió probar suerte en Nueva York. “Escuchaba a muchas amistades decir que era muy difícil trabajar allá, pero yo quería tener mi propia experiencia ahí”.
“En Nueva York se vive intenso porque hay millones de personas haciendo música 24/7. Es como una electricidad que te pasa por el cuerpo porque pasas todo el día trabajando. A veces, terminaba de tocar a las 4:00 a.m, y a las 8:00 a.m tenía que estar en una clase. Es intenso, pero es buena experiencia porque vives con ansias de aprender, de ser de las mejores, porque si no aprovechas las oportunidades o no estás al nivel, detrás de ti hay miles esperando ese puesto“.
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La curiosidad por la escena musical europea la llamó y ahora vive en España. Cuenta que ahí la calidad de vida del artista se respeta más. “Todo es más ordenado, acá se respetan los horarios de trabajo, es más relajado. Se vive mejor”.
España ha sido uno de los países más golpeados por la crisis sanitaria ante el Covid-19. Cataluña, donde reside, se encuentra en la fase 1 de desconfinamiento y se puede salir a caminar durante ciertas horas, pero la mayoría del tiempo están todos en casa. Este tiempo lo ha tomado para componer y trabajar en música para su grupo Anggie Obin banda.
Para ella, interactuar con el público y mostrar el arte por redes sociales es una oportunidad durante estos tiempos. “Al público le gusta ver lo que haces en tu vida. Lo importante es transmitir a las personas lo que sientes, que cuando escuchen tu música sientan. Eso es lo que hace que consuman tus canciones”.
La panameña tiene planes de culminar una grabación musical para finales de este año e ir de gira en 2021 junto al bajista nacido en Panamá Santi DeBrian.
La flautista panameña en Europa que creció entre festivales de jazz en ciudad de Panamá
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