Tres abogados aconsejaron en 2015 a Yazmín Morales que no acusara a Óscar Arias de acoso sexual. No era conveniente; nadie iba a creerle.
Él era el político más influyente de su país, ganador del Nobel de la Paz 1987 por su trabajo para poner fin a las guerras civiles en Centroamérica, y además dos veces presidente de Costa Rica, en 1986 y en 2006. Ella era una filóloga, exreina de belleza, que había ido a su casa después de aceptar la solicitud de amistad de Arias en Facebook. Él le había ofrecido su libro (la editora también denunciaría luego un episodio de acoso).
“Él me agarró la cabeza, yo andaba con cabello suelto, me acercó a la fuerza, luego con una de sus manos me tocó mis senos por encima de la ropa y me dio un beso en contra de mi voluntad”, contó a la agencia de noticias Reuters.
La semana pasada, cuando Morales escuchó que una mujer joven demandaba a Arias, decidió hacer lo mismo.
La mala cara de un Nobel de la Paz
‘No te metas con el Nobel’
El lunes 4 de febrero, la psiquiatra y activista Alexandra Arce von Herold acusó a Arias. Varias veces se había reunido con él para hablar sobre el desarme nuclear. En 2014, Arce von Herold estaba en casa de Arias cuando él le tocó los senos y metió sus dedos debajo de su falda para penetrarla.
El año pasado, cuando ocurrió el movimiento #MeToo, ella contó en Facebook su agresión. Más de una persona le advirtió no meterse con el Nobel.
Después de la acusación de la doctora, Arias publicó un comunicado en el que negaba los hechos y dijo que no se pronunciaría más sobre el tema.
Pero sus víctimas ya no estaban dispuestas a guardar silencio. Al cierre de esta nota, ocho mujeres dijeron haber sufrido hostigamiento o agresión sexual de su parte. Entre ellas, la directora de Comunicaciones de Human Rights Watch, dos comunicadoras costarricenses y la editora del libro publicado por Arias en 2012.
El viernes pasado, activistas protestaron en San José con el lema: “Yo te creo”. Arias se apartó el jueves del Partido Liberación Nacional.
La mala cara de un Nobel de la Paz
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