Donde una vez estuvo el ingenio azucarero de Felipillo, en Pacora, hay una planta que produce moscas. Hombres y mujeres de ciencia trabajan allí las 24 horas del día para que estas moscas (huevo, larva, pupa y adulto) nazcan, coman y crezcan hasta tener perfectas alas para volar hacia su objetivo: aparearse al aire libre, exactamente sobre la selva de Darién, y no tener descendencia. Son moscas estériles.
Fueron criadas para romper el ciclo reproductivo del gusano barrenador o Cochliomyia hominivorax; la última palabra significa devoradora de hombres. Una plaga que se inicia cuando una mosca preñada pone sus huevos en la herida, pequeña o grande, de un mamífero. Los huevos se convierten en larvas parásitas que se alimentan de la carne del animal. En poco tiempo es miasis, gusanera o bichera. Más moscas vienen a poner sus huevos y la herida crece. Los animales mueren o quedan debilitados de por vida. Por años esta plaga representó un quebradero de cabeza para las autoridades de salud animal y dueños de ganado de toda América.
En Estados Unidos, durante el siglo XX, se desarrolló la técnica de producción de insectos estériles; efectiva cuando la hembra se aparea con un solo macho y el macho con varias hembras, como en este caso. Esta técnica es considerada un arma biológica.
Gracias a ella, Estados Unidos pudo librarse del gusano barrenador a mediados de la década de 1960. Pero, en 2016, el gusano volvió a la Florida. La noticia de que el Refugio Nacional del Ciervo del Cayo tuvo que sacrificar a 98 animales disparó esa vez las alarmas. En época de apareamiento los ciervos se enfrentan y se hacen heridas con sus astas, y fue cuando el gusano aprovechó. No estuvo claro cómo reapareció después de 30 años, pero sí era evidente quién podía ayudarles. Las moscas estériles producidas en Pacora fueron al rescate.
La mosca estéril que solo se produce en Panamá
Una planta quinceañera La historia de cómo Panamá se convirtió en el único lugar en el mundo donde se producen moscas estériles del gusano barrenador empezó en la década de 1990 con la firma de un acuerdo que creó la Comisión Panamá-Estados Unidos para la Erradicación y Prevención del Gusano Barrenador del Ganado, Copeg. Uno de los objetivos era construir en Panamá la planta de reproducción de insectos estériles más moderna de todas. En Estados Unidos y luego en México hubo plantas de este tipo. A través de acuerdos y un trabajo en conjunto entre países se logró erradicar la plaga de toda Norteamérica y Centroamérica.
Panamá, con las moscas estériles que produce desde 2006, mantiene la barrera biológica en Darién. Todas las semanas los aviones de Copeg dispersan millones de moscas. En Sudamérica el gusano no se ha logrado erradicar.
Como Copeg es una misión internacional, cuenta con dos directores, uno por cada país. Actualmente son Enrique Samudio, por Panamá, y Vanessa Dellis, por Estados Unidos. Vanessa Dellis se mudó a Panamá en 2018 y tiene 20 años de trabajar con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Es ella quien recibe al equipo de revista Ellas en la planta de Copeg, que en julio de este año cumplió 15 años. “Es una quinceañera”, dice Dellis sonriendo. A ella, desde pequeña, siempre le gustó la vida en el campo y entre los animales.
La mosca estéril que solo se produce en Panamá
En la gira por las instalaciones nos acompaña un equipo de mujeres líderes de Copeg: la científica Pamela Phillips, quien lleva décadas estudiando al gusano y es la directora ejecutiva; la veterinaria Janina Subía, jefa de epidemiología; y Rosemery Bethancourt, jefa de dieta. La comisión se enorgullece de poder decir que entre sus líderes hay una importante representación de mujeres.
La planta está catalogada en un nivel II de bioseguridad; el máximo nivel es IV. En el lugar, donde se debe usar casco, se respira ese aire propio de los laboratorios.
Rosemary Bethancourt es responsable de un departamento concentrado en hacer la mezcla de comida perfecta para las larvas, una que imita la carne de un mamífero y hasta su temperatura. Es una combinación de leche, sangre, huevo y fibra, la mayoría en polvo, y que se almacena en grandes tanques en una formidable bodega. Y es que la planta tiene una capacidad de producir hasta 120 millones de moscas por semana, según indica Copeg en su página web.
La mosca estéril que solo se produce en Panamá
Un equipo multidisciplinario verifica el peso, la agilidad de vuelo, la agresividad sexual y hasta la mortalidad de los insectos aquí producidos. El objetivo es sacar de allí una mosca de la mejor calidad posible, confirma la Dra. Phillips, cuyo casco rosa tiene forma de sombrero vaquero.
La mosca estéril que solo se produce en Panamá
Y aunque en estos laboratorio hay moscas, estas que vemos no son las que se llevarán al exterior. Deben viajar en la fase de pupa hasta el centro de dispersión de Tocumen; allí terminarán de madurar y entonces irán en vuelos especiales, varios días a la semana, hacia la selva.
La mosca estéril no basta
La producción de insectos estériles no es suficiente para mantener a raya al gusano barrenador. Copeg trabaja en conjunto con los ganaderos en la vigilancia de animales. En lugares como Darién, donde la ganadería ha crecido, tiene un puesto de vigilancia.
La veterinaria Janina Subía es la jefa de epidemiología y está en constante comunicación con los dueños de ganado o productores para la prevención y alerta de casos. Esto no se detuvo en ningún momento de la pandemia por coronavirus.
Ella, que ya tiene más de una década de trabajar en Copeg, entendió pronto la importancia del programa. Antes, en su práctica como veterinaria, le tocó observar muchas veces heridas que eran producto de la infestación por miasis, incluso en gatos y perros.
La doctora Subía explica que mantienen un programa de visitas frecuentes a las fincas y también tienen una línea de teléfono a la cual los productores pueden reportar cualquier caso sospechoso.
Panamá fue declarado libre del gusano barrenador en 2006, pero como aún está presente en Suramérica puede reinsertarse en el país a pesar de la barrera biológica en el Darién que se sostiene con la dispersión de moscas estériles. A los productores se les da un kit para recoger la muestra y se les enseña cómo usarlo. También incluye medicina para las heridas.
Copeg tiene un programa educativo que capacita para que los dueños de ganado revisen constantemente a sus animales, curen sus heridas y se abstengan de transportar ganado si está herido. Incluso, antes de tomar una muestra, si sospechan de un caso, deben curar la herida para evitar que las larvas caigan al suelo y continúe el ciclo de vida de la mosca.
La mosca estéril que solo se produce en Panamá
El gusano barrenador es uno de los más estudiados en el mundo y lo que se hace en la planta de Pacora es un referente para todos esos investigadores.
Aumentar la eficiencia es un objetivo en esta planta que usa energía solar y trata las aguas que utiliza. En estos momentos la planta produce insectos hembras y machos, pero la directora Vanessa Dellis cuenta que están haciendo convenios con universidades en Estados Unidos para, de manera científica, descifrar cómo desarrollar una cepa de solo insectos machos; así tendrían que cuidar y liberar menos moscas, lo que significa más eficiencia.
Cuando a Dellis le preguntan hasta cuándo estará el proyecto contra el gusano barrenador, su respuesta es que esperan estar mucho tiempo más. Bajar la guardia contra el gusano no es una opción. Se calcula que este esfuerzo ahorra mil 300 millones de dólares cada año. Eso costaría enfrentarse a la plaga del gusano barrenador.