Cidia Libsmith Vergara Batista nació en Las Tablas. Nunca en su vida ha temido comenzar de cero. Le importa poco el ir y venir si es por una razón positiva. Está convencida de que todo forma parte de las experiencias que debemos adquirir dichosos de la maestra vida.
“Muy pequeña emigré a la ciudad de Panamá, junto con mis padres Francisco Javier Vergara Barrios y Celinda Batista González, en busca de mejores oportunidades. Vivimos en San Miguel (Calidonia), donde establecieron el negocio de una tienda”, rememora esta madre de cinco hijos (tres varones y dos chicas).
Su compromiso por la docencia es una herencia familiar. “Mi madre fue nombrada maestra eventual en Cerro Azul. En esa época, para llegar a su escuela ella debía viajar en tractores con cadena. Mi hermano y yo nos quedábamos al cuidado de nuestro padre. Fue cuando aprendí a trabajar y a conocer la responsabilidad y la perseverancia”.
Cidia estudió en el colegio Nuestra Señora de Bethlem, donde pronto destacó por sus habilidades en el atletismo, la natación y el voleibol. “Además, afiancé mi amor por los estudios y por ayudar a otros”.
En su corazón
Tras la etapa de estudios secundarios se inclinó por la Ingeniería en Sistemas Computacionales y se graduó de licenciatura en Administración de Empresas. Esta decisión le permitió trabajar “en diversas áreas dentro de empresas públicas y privadas; pero en el fondo de mi corazón sentía que algo me faltaba”.
Es fiel creyente de que los cambios son necesarios. “Como me encantaba enseñar y ayudar a los demás, estudié el profesorado en mi área, y en mi práctica profesional, en el colegio José Herrera de Obaldía, mi corazón por primera vez se sintió tan lleno de vida compartiendo con los jóvenes. La pasión me obligó a tomar una decisión con el apoyo de mis padres: renunciar a mi trabajo en la empresa privada, cuando era permanente y con buen sueldo, para incursionar en la educación”.
Desde el 2020 es profesora en el Centro Educativo Básico General de Salamanca, ubicado en la provincia de Colón. Cortesía
Ejerció la enseñanza de manera formal en 2010, en Bocas del Toro. “El viaje de más de 20 horas desde mi casa incluía trayectos por carreteras, caminos, ríos y montañas, a bordo de buses, botes y caminando. La escuela era de madera, se daban clases en un rancho y una junta local con tablones y troncos. Los dormitorios de los docentes eran cuartos improvisados con colchonetas. El agua era de montaña, no había luz y se cocinaba en fogón. Aun así, recuerdo mi primer día de clases: fue una hermosa sensación; trabajamos con lo que teníamos, daba todas las materias y todos los grados de Premedia”.
Después su peregrinar a favor de la formación la llevó a centros educativos por el Lago Alajuela, Gatuncillo, Chilibre, Tocumen, la comarca Guna Yala, hasta llegar en 2020 al Centro Educativo Básico General de Salamanca, ubicado en la provincia de Colón, donde este año imparte clases a 168 estudiantes repartidos entre los tres niveles de Premedia (7,8 y 9 grado).
Necesitan amor
En su andar en el arte de compartir conocimientos, la profesora Cidia encontró en los salones de clases a estudiantes que otros adultos calificaban como problemáticos. “Eran chicos necesitados de amor, confianza y guía. Con ellos logramos ganar diversos concursos y los empoderamos”.
“También entreno a mis estudiantes en mi otra pasión, el voleibol. Incluso busqué patrocinadores junto a otros compañeros para imprimir módulos y ayudar a los chicos durante la pandemia. Porque el buen docente es administrador, consejero, educador, planificador, relacionista público, somos todo”, plantea la educadora quien reside a las orillas del río Chagres.
“Soy docente de proyectos y pienso que el joven aprende haciendo”. Esta profesional hace verdadera magia con el tiempo que le dedica a su oficio. Tiene la facultad de estirar las horas para llevar a cabo con sus alumnos diversos proyectos. Por estos días entre todos elaboran uno de índole agropecuario: un invernadero portátil con sistema de riego.
Esta docente oriunda de Los Santos le enseña a escribir crónicas a sus estudiantes a través del proyecto #500Historias. Cortesía
Luceros de vida
“Mi pasión es la educación. Mi vida es mi familia. Y mi amor es ver feliz a los demás con fe en la misericordia y la sabiduría de Dios. Creo en la igualdad de oportunidades para todos”. Cada día pone en práctica un lema: “no hacer a los demás lo que no me gustaría que me hicieran, y respeto para que me respeten. Trato a mis alumnos, no como estudiantes, sino como mis hijos”.
“Creo en las oportunidades”. Por eso entró en #500Historias, un semillero de los grandes escritores del mañana. “Quiero demostrar que mis chicos, a pesar de su situación, son un lucero en la vida y pueden brillar mucho”, comenta sobre este emprendimiento de transformación educativa, que busca potenciar al lector y al escritor que hay en tantos jóvenes de Panamá y del resto de Centroamérica. El proyecto impulsa a jóvenes escritores entre los 13 y los 17 años a escribir crónicas y perfiles sobre diversos temas como cultura, hechos históricos, personajes, medio ambiente y turismo.
“Para mis nueve estudiantes escritores y para mí, #500Historias ha sido como una apertura para que ellos a través de las letras expresen sus sentimientos. Al leer y escribir los chicos se sienten aliviados. Ambas acciones fortalecen el alma de la gente. Mis alumnos son niños sin poder económico, cuyos padres trabajan en fincas”.
Los jóvenes autores colonenses de la profesora Cidia ayudan a sus padres a las labores de sembrar y a arar el campo, pero también cosechan sueños a través de sus textos de no ficción que saldrán a la luz en los primeros meses de 2023. “Mis dos hijas de 14 años, Karen Libsmith y Karol Lisbeth, que son de educación especial, también son cronistas en #500Historias. Estoy convencida de que los libros son el vehículo mágico a la aventura. En los libros encontramos todo lo que quieras saber y aprender”.
Junto con los acudientes de sus alumnos, la profesora Cidia llevó adelante este año la participación de su plantel en este proyecto editorial, que además le brinda las herramientas necesarias a los docentes para que ellos a su vez las transmitan a través de talleres de escritura creativa a sus estudiantes.
Al final de las ocho clases de este proyecto, los chicos están en la capacidad de redactar una crónica o un perfil sobre diversos temas (medio ambiente, cultura, hechos históricos, personajes interesantes…), que luego pasan por un proceso de edición a cargo de periodistas y escritores. En la última etapa esos textos se transforman en un libro impreso.
#500Historias nace en 2019 de la mano de la empresa ConectAldea de Octavio Rodríguez. Esta iniciativa hizo una pausa debido a la crisis sanitaria global entre 2020 y el 2021. En noviembre de este año llegó a las sucursales de la librería El Hombre de la Mancha su primera obra: 500 Historias, cambiará la historia, que reúne crónicas de jóvenes escritores panameños.
El mayor tesoro
“En el fondo del corazón humano siempre hay una esperanza. Hay que sembrarla, darle cariño y la esperanza germina. Mi esperanza está representada en ese niño que es maltratado o que pasa hambre, o en ese que camina horas para llegar a su escuela o que en la madrugada debe abordar un bote para llegar a su escuela”. Todo eso lo ha vivido en carne propia la profesora Cidia. “Siempre le digo a los chicos: ‘aquí no es el que más estudia sino la actitud que tengas ante la vida con lo que has aprendido”.
En las aulas, ella es mucho más que una docente. “Aspiro a ser su guía, su orientadora, su consejera y su madre porque los quiero como mis hijos espirituales. Cuando al inicio de cada año escolar los padres me entregan a sus niños yo los cuido como si yo fuera su mamá. Mis hijos me celan con mis alumnos. A los padres les digo que nunca olviden que los hijos son el mayor tesoro que tenemos en el mundo”.
Después de 12 años de experiencias sabe qué muchacho tiene ese don para transmitir ideas y emociones a través de la palabra hablada o escrita y cuál se desea expresar desde otros saberes. “Es importante que los padres sepan escuchar a sus hijos. Los papás tienen que estimularlos en todo: que lean, que escriban, que hagan deporte, que bailen, que cocinen”.
Aconseja a los papás que despierten la curiosidad en sus retoños. “Si no, serán chicos que se gradúan de la universidad de una carrera que no les gusta. Si los estimulamos, en el momento indicado, ellos sabrán qué deben hacer con sus vidas. Con esto nos ganamos la confianza de nuestros hijos para que ellos nos digan qué desean ser en el futuro. Porque si amas tu trabajo, lo harás siempre bien”.