Sacar fotos o tomarlas, como usted prefiera decir, es un deber materno. Nadie lo impone pero se hace con gusto y en serio.

El tiempo vuela. Son testigos de ellos todos los padres que este año tienen hijos graduándose. Apenas lo creen, ayer mismo sus retoños estaban gateando.

Cuando se trata de niños pequeños, los días pueden ser largos, pero los años son cortos. Por eso hay que disfrutar cada momento y guardar los que se pueda en fotos.

Si lo de las madres es lo de las fotos, lo de los hijos es ponérsela difícil.

Claro, que hay niños y niñas de lo más fotogénicos y cooperadores. Pero son la excepción, así que de esos no escribiré hoy.

Lo haré sobre aquellos bebés que siempre lloran para la foto. Si ya levantan la cabeza la mueven para cualquier lado, menos para donde está el lente de la cámara. Si gatean lo hacen en dirección contraria de la cámara. No hay manera.

Cuando ya están más grandecitos, entre cinco y siete años de edad, solo quieren hacer morisquetas. No importa si están hermosos con sus vestidos para la boda de la tía o con la banda de cuadro de honor, pero tampoco se quedan quietos. Siempre una mueca.

Las madres piensan que la época de la mueca es difícil. Se equivocan.

Ni se darán cuenta cuando ya están en la época de las caras serias. Que digo seria. Habría que decir la cara de palo. La cara amarrada. No hay sol que los alumbre. Y si se les pide demostrar felicidad los hijos que son más corteses responderán: ‘mamá, esta es mi cara de felicidad’. El resto pondrá los ojos en blanco.

Pasados los 15 años las madres siguen penando. Bueno, algunas porque las habemos con piel más gruesa, y es que entonces aparecen modas como la boca de pescado. La bella adolescente solo quiere imitar la última moda de la red social del momento, ni les digo cual porque mañana ya es otra la que domina las tendencias.

En esa etapa las madres negocian: ‘hija, tómate una foto con la cara de pescado y otra sin ella’. Y es que la madre sabe, pero es sabia para no decirlo, que en unos años a nadie querrán mostrar esas fotos.

¿Y qué viene después? Quizás una época de descanso para mamá. Probablemente sea el momento en que el hijo quiera sacarle fotos a ella porque habrá entendido que mamá tampoco estará para siempre.

Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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