Cuando se hicieron estas fotos, un martes en la tarde, los hijos de Marcela no habían llegado del colegio. Iniciamos la sesión solo con mamá, pero una integrante de la familia se acercaba cautelosa y reposaba en las piernas de ella. En algunas tomas no se veía, pero en otras decidimos incluirla. Es así como aparece Marcela posando con su perrita Luna.
Luna tampoco se apartó cuando decidimos fotografiar a Marcela con sus dos hijos, o cuando la entrevistamos ese mismo día en la sala de su casa.
Justo para ese momento Marcela Galindo De Obarrio recién cumplía los seis meses en su cargo como presidenta de la Cámara de Comercio, Industrias y Agricultura de Panamá (Cciap).
Es la primera mujer en llegar a este puesto en los 107 años que tiene el gremio.
Marcela Galindo De Obarrio, con sus hijos Manuel y Catalina, y su perrita Luna, en portada de la edición de revista Ellas dedicada al Día de la Madre y las fiestas de fin de año. Edición impresa publicada el viernes 9 de diciembre de 2022. Fotos: Alexander Arosemena
Directora, subsecretaria, primera vicepresidenta
El año pasado era la primera vicepresidenta. Llegó al gremio luego de que su hermano la invitara a participar.
Su hermano fue presidente de la cámara en el período 2017-2018. En 2018 ella ganó sus primera elecciones como directora del grupo de salud y químicos, uno de los 15 grupos o “camaritas” que conforma la Cciap. Marcela trabaja en el negocio familiar que está dentro de esa camarita. Su papá había sido director de ese grupo y llegó a ser primer vicepresidente del gremio.
Los directores de las camaritas, junto al presidente de la cámara, conforman la junta directiva. Dentro de esa junta, hay un grupo que se denomina el comité ejecutivo que son los dignatarios: presidente, primer y segundo vicepresidente, tesorero, subtesorero, secretario, subsecretario.
Cuando Marcela ganó sus primeras elecciones, el presidente de turno la invitó a participar en ese comité “que es como el semillero de presidentes de la cámara”, describe. Ingresó como subsecretaria; lo ejerció por dos años y luego llegó a ser primera vicepresidenta.
“Uno va como ascendiendo, y es una manera de irse preparando... Mientras más cerca estás del presidente, más involucrado estás en todos los procesos, en todas las acciones y en todo lo que está metido la Cámara de Comercio”.
Marcela no es solo la primera mujer en llegar a ser presidenta de la Cámara, sino también la primera en postularse. Antes de ella sí hubo mujeres en la primera vicepresidencia.
‘Esa chispita’
Cuando se convirtió en directora y entró al comité ejecutivo de la cámara, muchos ex presidentes le comentaban que podía llegar a ser presidenta. Ella no lo asimilaba pero confiesa que “en algún punto de mi cerebro” siempre existió esa posibilidad; “esa chispita” que le decía ‘tú puedes ser la primera mujer presidenta’.
A medida que iba pasando el tiempo, se iba formando más ese pensamiento “y me iba haciendo yo también la idea de que podía llegar a serlo. Fue una combinación de factores, de cosas que se fueron dando y mucho apoyo que fui recibiendo de muchas personas”.
Marcela no es solo la primera mujer en llegar a ser presidenta de la Cámara, sino también la primera en postularse. Antes de ella sí hubo mujeres en la primera vicepresidencia. Foto: Alexander Arosemena
Comenta que por su crianza y forma de ser es una persona “que va porque va”; reconoce que se le han dado muchas oportunidades y no ha encontrado discriminación en su carrera, como sí ha escuchado en historias de otras mujeres.
De 31 integrantes de la junta directiva de la Cciap, siete ha sido el mayor número de mujeres.
Este año son seis, “pero lo que sí logré fue un poco más de paridad en el comité ejecutivo: tres son mujeres y cuatro son hombres”, recalca la presidenta.
Los primeros seis meses
El cargo de presidenta de la cámara es por un año. Justo para esta entrevista, Marcela había cumplido los primeros seis meses en el puesto. Asumió el cargo en abril y a los tres meses, en julio, llegó una crisis social en Panamá, que originó protestas en el país. Fueron meses “bastante movidos”, comenta.
Explica que en la cámara de comercio abordan tres componentes principales: la parte social, la parte política, y la económica y empresarial.
“Desde la cámara de comercio sabemos navegar muy bien las aguas económicas y las aguas empresariales, pero ante la situación nos toca también manejar las aguas sociales y las políticas. Siempre cada una de nuestras opiniones, nuestras acciones, tienen que empezar esas tres aspectos para poder mantenernos relevantes, conectados con la sociedad y mantenernos como un gremio prepositivo”.
Aunque muchas personas relacionan al gremio “con los grandes poderes económicos del país” o las grandes empresas, aclara que más del 50% de los miembros de la cámara son pequeñas o medianas empresas, de diferentes tipos.
“La Cámara de Comercio es un reflejo del tejido empresarial panameño. Tenemos empresas de todo tipo y de todo tamaño, y eso es importante porque queremos estar al tanto de todo lo que pasa dentro de la empresa privada. Queremos entender cuáles son los problemas y las necesidades de las empresas pequeñas, los problemas y las necesidades de las empresas grandes, de las empresas que se manejan en diferentes actividades económicas. Eso nos da un panorama mucho más completo de todo lo que está pasando en materia económica”, resalta Marcela.
‘Soy más artista que arquitecta’
Así nos reveló cuando indagamos más de su vida. Estudió arquitectura en una universidad en Estados Unidos. Eligió esa carrera porque era lo más cercano al arte, lo que realmente le gustaba. En Holanda hizo una maestría en Ciencias de Sistemas de Información Geográfica y Teledetección, con especialización en Manejo de Recursos Hídricos y Medioambiente.
Su primera experiencia laboral fue como funcionaria: fue técnico evaluador de impacto ambiental en la Autoridad Nacional del Ambiente, lo que hoy se conoce como Ministerio de Ambiente.
Trabajó nueve años en una empresa que diseña proyectos de infraestructura y luego en una compañía de arquitectos. Hace seis años empezó a trabajar en el negocio familiar, corporación Impa-Doel, S.A., una empresa importadora y distribuidora de medicamentos y de productos de consumo con 72 años de existencia. Actualmente es la gerente de la división farmaceútica.
Fin de semana reservado para la familia
Menciona que el trabajo en la Cciap es voluntario. Las exigencias de este cargo requieren dedicarle un gran parte de su tiempo, pero no se ha desvinculado 100% de su trabajo en la empresa familiar y trata por lo menos de ir presencialmente una vez a la semana a la oficina.
Marcela Galindo De Obarrio junto a sus hijos Catalina, de nueve años; y Manuel, de siete, acompañados de su perrita Luna. Fotos: Alexander Arosemena
Muchas empresas solicitan reuniones con la presidenta de la cámara. Marcela trata de no aceptar invitaciones muy tarde o en la noche para poder ver a sus hijos antes de que culmine el día. Está con ellos en la mañana antes de que se vayan a la escuela. El fin de semana lo tiene reservado para su familia. “Para las mujeres que trabajamos, el sábado es el día de hacer mandado, me los llevó a hacer mandados. Muchos de esos mandados también son de ellos”.
Describe a sus hijos: “Cata es la mayor, tiene 9 años, es una niña muy seria, muy cariñosa, muy responsable, buena alumna. Es la típica hermana mayor”.
“Manuel tiene 7. El menor. Es de esas personas que desde que pone el pie en el piso en la mañana, abre los ojos y empieza hablar, a cantar. No para en todo el día”.
La energía de Manuel la percibimos en la sesión de fotos: no paraba de reír y hacer muecas ante la cámara. La ternura de Catalina la vimos cuando llegó del colegio y abrazó a mamá.
Marcela valora la relación tan especial que tienen los hermanitos. “Tuve la suerte de que el período que estuvieron en casa [en pandemia] se unieron muchísimo, ellos son una compañía el uno para el otro. A veces no se soportan, no pueden vivir el uno sin el otro. A ellos los ves siempre juntos”.
En las noches mamá se acuesta con ellos, primero con uno y después con el otro, y aprovecha para conversar. Manuel, “el más parlanchín” según mamá, le puede llegar a contar todo lo que hizo desde que se montó en el bus de la escuela.
Marcela comenta cómo los niños, con el mismo estilo de crianza, pueden tener su propia personalidad.
Finalizada la entrevista, los niños sacaron una pelota de fútbol para jugar en la sala de la casa. Mamá se quitó los zapatos y se unió al pequeño partido. Era octubre. No había comenzado aún el Mundial.
Su perrita Luna nunca se apartó de ella en esta entrevista y sesión de fotos. Foto: Alexander Arosemena
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