El Panamá de la infancia de Marlena Maduro Baraf es uno muy diferente al que tenemos ahora. El edificio principal que recuerda de ese entonces es el Hotel El Panamá. “Precioso, en una colina, nada más ese edificio blanco, no lo que existe hoy”, evoca. Era una ciudad verde, con casas de estilo colonial y tejas. Ella vivía en Obarrio y debía caminar cuatro o cinco cuadras para ver la siguiente casa.
También tiene recuerdos del autocine y de ir a pescar con su papá a la avenida Balboa. “No era para comerse el pescado, pero tirábamos el anzuelo”, aclara. Ese Panamá, donde el aire acondicionado era un lujo y en el que una bola de helado costaba 5 centavos y un helado doble costaba 10, es el trasfondo de su primer libro At the narrow waist of the world, que se puede traducir al español como “En la cintura angosta del mundo”.
Se trata de una memoria que bailotea entre el inglés y el español nativo de la autora, y que recoge su vida en fragmentos durante los años 1950 y 1960. Se centra en la difícil relación que tuvo con su mamá, quien padecía de un trastorno mental. Hace una semana presentó la obra en la Feria del Libro de Panamá.
Marlena Maduro: ‘Hice las paces con mi mamá’
La autora había escrito ya varios ensayos, publicados por diversos medios en Estados Unidos, donde vive desde los 15 años. Pero este libro no es algo que planeó escribir.“Yo no sabía que iba a hacerlo hasta hace como 10 años, cuando tomé un curso de creación literaria”, explica. “Una de las tareas era escribir algo muy específico de tu memoria, y me salió una cosa del pasado, algo entre mi mamá y yo. Fue un recuerdo un poco pesado, pero al traerlo a la clase se abrieron unas puertas. Después de eso, ya no pude parar”.
Julita, su mamá, tenía problemas tremendos de ansiedad. “Se desenvolvía muy bien gran parte del tiempo, pero cuando ya no pudo más, fue a una institución de salud en Estados Unidos”. La primera vez se marchó por año y medio, y la segunda por dos años. En este tiempo, Marlena y sus hermanos fueron rodeados por el amor y apoyo de sus muchos tíos, tías y abuela, haciendo de esta historia, además, una celebración de la vida en familia. “Si no fuera por ellos, mi vida hubiera sido mucho más difícil”.
Marlena cataloga su libro como la historia de amor entre una madre y una hija. “Yo la quería muchísimo, pero al mismo tiempo sentía que la empujaba, tenía que protegerme”.
A través de su escrito, fue conociendo mejor a su mamá. “Fue como un descubrimiento. Cuando me metí en la mitad del cuento, ya no podía parar porque quería saber quién fue ella de verdad. Era una persona tan alegre, con tanta vida, y todo el mundo que la conoció lo sabe y la quiso muchísimo. También encontré cartas que ella me escribió cuando yo estaba en la escuela, cartas deliciosas que no recordaba, con sus problemitas un poco, pero llenas de amor”.
La escritora nació y se crió en Panamá, en el seno de una familia judía sefaradí. Además de la condición de su mamá, el papá de Marlena falleció siendo aún joven. “Mi mamá se volvió a casar con un americano y había problemas entre ellos”. Por eso, los tíos nuevamente intercedieron y pensando en lo que era mejor para Marlena y sus hermanos, determinaron trasladarlos a una escuela en Estados Unidos. “Desde esa edad me fui y solo volví para visitar”.
Marlena Maduro: ‘Hice las paces con mi mamá’
Marlena culminó sus estudios, eventualmente consiguió su green card, trabajó y conoció a su esposo Donald. “Mis hermanos todos regresaron, pero yo necesité ese campo un poco más abierto de los Estados Unidos”, detalla.
Admite que cuando tuvo su propia familia, sintió miedo de tener niñas. “No tanto porque no supiera qué clase de mamá iba a ser yo; era por la duda de si yo podría ser un buen ejemplo para ellas”. La vida, sabia, la bendijo con dos hijos varones, que a su vez le han dado dos nietos y dos nietas.
Al preguntarle a Marlena si su madre tuvo un diagnóstico en ese entonces, explica que hacia el final del libro llamó a quien fue el psiquiatra de su mamá. “Le pregunté y me sugirió dos posibilidades”, detalla la autora. “Pero él me dijo que la trataba como a una persona completa, y así lo quiero dejar yo. Su condición no fue algo terrible, pero eran cosas que la hacían parar de funcionar. Fue difícil vivir con ella, esa es la verdad”.
Sumergirse en este proyecto le permitió varias cosas a Marlena. “Creo que puse el tema a descansar; como que mi mamá y yo hicimos las paces en este libro. La admiro mucho, así que siento que haberlo escrito fue algo bueno”. Por otra parte, aunque siempre ha sido unida a sus tres hermanos, principalmente por las vicisitudes que enfrentaron juntos, poder conversar de estos temas y compartir sus memorias, los unió incluso más.
La escritora siente la satisfacción que deja haber plasmado una parte de ella en un libro. A pesar de que en un principio su intención no era publicarlo, y se trató más bien de un proceso personal, gozó ponerlo en palabras y descubrir la manera en que iba a decirlo con su saborcito panameño.
Más adelante, cuando ya le había dedicado años a pensarlo, escribirlo y editarlo, decidió que debía ver la luz. “Ya cuando haces este esfuerzo, es para que alguien más lo lea. No es todo para ti, aunque gran parte lo sea. Quieres que haya lectores, comunicar con ellos, y que piensen en sus mamás, en su historia, en su nostalgia o abrir algo en su propia mente”.