Los muebles estaban apiñados a un lado. Su personal ya había sido destinado a otras funciones, en el nuevo sistema penal acusatorio. Era su último día en la Fiscalía Sexta Superior. La abogada Maruquel Castroverde pidió quedarse sola en el despacho, un momento, quería decir adiós a lo que ese lugar significaba para ella.
Desde 2006 hasta ese día de 2016, se había dedicado a estudiar y perseguir el femicidio, incluso antes de que la ley panameña lo tipificara como delito, cosa que ocurrió en 2013. En su nuevo cargo en la sección de asistencia a juicio en delitos comunes tendría casos parecidos. Pero esa década de trabajo merecía un cierre.
Ese día recordó el compromiso que había hecho consigo sobre escribir un libro de femicidio. Era una deuda que tenía con las víctimas, para quienes pidió justicia, y muchas otras sobre las que leyó.
Hace unos meses Maruquel Castroverde, hoy fiscal de la sección de asistencia a juicio, cumplió con ese objetivo, y con recursos propios, publicó El femicidio y otros delitos de violencia contra la mujer por motivos de género, una obra de 261 páginas.
Femicidio y feminicidio, no es lo mismo
Maruquel Castroverde y su libro sobre crímenes de mujeres en Panamá
Entender el fenómeno criminal detrás de la violencia contra las mujeres, llevó a esta fiscal a investigar, escribir artículos y dictar conferencias. En 2005 publicó La víctima y la prueba de los delitos sexuales, que tuvo una segunda edición en 2016.Con sus primeras lecturas descubrió un movimiento académico sobre el tema de la violencia contra las mujeres.
En Estados Unidos, la investigadora Diane Russell retomó en la década de 1970 el término femicide, mencionado en el siglo XIX para definir el asesinato de una mujer y, ella le agregó, por el hecho de ser mujer.
Russell es una referencia obligada en este tema; ayudó a organizar el primer Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres, en Bruselas, que en 1976 evidenció esta violencia.
En Latinoamérica Marcela Lagarde tradujo el término del inglés y le llamó feminicidio, en la década de 1990, porque ocurre frente a la pasividad y hasta la indiferencia del estado. Castroverde usa femicidio y no feminicidio porque considera que la postura en Panamá no es de indiferencia y sí se actúa contra este delito. Estas autoras coinciden en que para enfrentar este tema se necesitan estadísticas.
En 2006 Castroverde motivó a sus colegas a llevar un conteo, un observatorio manual de las mujeres que eran víctimas de crímenes para saber cuántas y cómo fallecían Al principio, algunos dudaron, pero aceptaron pasarle los datos. De cada cinco casos, tres, y a veces cuatro, tenían como victimario a la pareja u otro allegado.
Maruquel Castroverde y su libro sobre crímenes de mujeres en Panamá
Por día, en el mundo, mueren 137 mujeres en manos de alguien cercano, según cifras publicadas en 2018 por el estudio Global sobre Homicidios de Mujeres por razones de Género, de la Organización de Naciones Unidas.
También es importante nombrar el femicidio y diferenciarlo de otros asesinatos. Este le ocurre a una mujer por ser mujer. Sucede luego de ser sometida a extrema violencia, en condición de desigualdad. A un hombre no lo habrían matado para encubrir una violación, o porque hirió la feminidad de alguien. Llamarle femicidio es también recordar que la vida es un derecho, y que las mujeres merecen vivir sin violencia.
Reencontrarse con las víctimas
Maruquel Castroverde y su libro sobre crímenes de mujeres en Panamá
Oristela Batista, Dora Ceferina Moreno, Rita Wald, Luz Michelle Orocú, Minerva Castillero Barrios, Aimee Icaza, Mitzi Saénz Vásquez, Diana Aparicio Villarreal, Silvia Elizabeth Rodríguez, Gladys Lasonde Díaz, Kristy Madelaine Serrano y María Cristina Vergara tienen en común que vivieron momentos de extrema violencia y murieron en manos de hombres, en Panamá.
Hay algunos nombres que representan tragedias inolvidables, para una generación: Eudocia Fredesvinda Watts, Amparo Morales y Vannesa Márquez, por ejemplo. A través de los fallos legales reunidos en este libro, Maruquel Castroverde hace un ejercicio de memoria. “Que es necesario para que nos conectemos con un drama que no puede quedar solo recordado por la familia, si la tiene; o en una lápida que a veces no hay”.
El libro menciona otro delito que se puede estar pasando por alto: el suicidio inducido. La mujer que ha escuchado tantas veces que no vale nada, y que debería morir hasta que decide quitarse la vida.
En su carrera, Castroverde no ha visto a un hombre arrepentido por asesinar a una mujer. Sí ha escuchado, de ellos, argumentos parecidos: ella lo atacó primero; lo sacó de sí; hirió su masculinidad, se fue con otro. De alguna manera hacen ver que la mujer desencadenó el hecho.
Maruquel Castroverde y su libro sobre crímenes de mujeres en Panamá
La violación de las órdenes de restricción o de alejamiento deben considerarse un delito y tomarse con mucha seriedad. Con frecuencia las mujeres aceptan volver a reunirse con ese hombre violento para hablar sobre los niños o arreglar las cosas, y en ese momento en que bajan la guardia, ocurre el crimen.
La fiscal pensó incluir fotografías de los casos en el libro. Al final, desistió. Hay una imagen que se ha quedado con ella. El cuerpo de una mujer emberá cubierta con una sábana y rodeada de velitas, junto a ella, otras personas sostienen velas. Esta mujer dejó a su marido porque violó a su hija. Rehizo su vida, hasta que un día su exmarido la esperó a la orilla del río, con dos cuchillos. Le cortó los pies para que cayerá y la acuchilló.
Antes de empezar un juicio, esta abogada solía pedir al jurado que le ayudara a reivindicar a la víctima de la indignidad en qué murió. En tantas escenas de crimen le ha tocado ver cuerpos masacrados y desfigurados. Los restos de quien fue una hija, madre, hermana. Su alma ya no se siente en ese lugar.
“Allí compruebas que Dios existe. Hay quienes dirán: ‘Dios no existe, si existiera no permitiera que ocurrieran estas cosas’. No voy a entrar en esa discusión. Pero esos cuerpos merecen nuestro respeto, y que honremos su derecho a preservar una memoria digna”, sostiene la fiscal.
Femicidio: Hasta 30 años de prisión
Se adiciona el artículo 132-A al Código Penal: Quien cause la muerte a una mujer, en cualquiera de las siguientes circunstancias, será sancionado con pena de veinticinco hasta treinta años de prisión:
1. Cuando exista una relación de pareja o se intente infructuosamente establecer o restablecer una relación de esta naturaleza o de intimidad afectiva o existan vínculos de parentesco con la víctima.
2. Cuando exista relación de confianza con la víctima o de carácter laboral, docente o que implique subordinación.
3. Cuando el hecho se comete en presencia de los hijos o hijas de la víctima.
4. Cuando el autor se hubiere aprovechado de cualquier condición de riesgo o vulnerabilidad de la víctima.
5. Como resultado de ritos grupales o por venganza.
6. Por el menosprecio o abuso del cuerpo de la víctima, para satisfacción de instintos sexuales o la comisión de cualquier otro tipo de mutilación.
7. Cuando el cuerpo de la víctima sea expuesto, depositado o arrojado en un lugar público o privado o cuando la misma haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo, previo a su fallecimiento.
8. Para encubrir una violación.
9. Cuando la víctima se encuentre en estado de gravidez.
10. Por cualquier móvil generado por razón de su condición de mujer o en un contexto de relaciones desiguales de poder.
Fuente: Ley 82 del año 2013