La meditación es la práctica de concentrar la atención en un objeto particular, por lo general algo sencillo como una palabra o una frase, la llama de una vela o una figura geométrica, o la inspiración y la exhalación de tu respiración.

En la vida cotidiana, tu mente está procesando de forma constante un aluvión de sensaciones, de impresiones visuales, de emociones y pensamientos. Cuando meditas, estrechas tu foco, limitas los estímulos que bombardean tu sistema nervioso y, en el proceso, tranquilizas la mente.

Hay muchas formas de hacerlo, mi recomendación es que pruebes varias de ellas hasta que encuentres la o las adecuadas para ti.

Prueba rápida de la meditación, sigue estas instrucciones:

1. Busca un lugar tranquilo y siéntate de manera cómoda con la espalda relativamente recta. Se trata de lograr una postura en donde te sientas sujeta pero no con la comodidad de un sillón o cama que te inviten a dormir.

2. Respira profundamente unas cuantas veces, cierra los ojos y relaja el cuerpo tanto como puedas.

3. Puedes elegir un tema instrumental (sin letra) que te guste y te conecte con ese espacio, o bien hacerlo en silencio. También puedes hacerlo escuchando el sonido del mar o de la naturaleza.

4. Puedes escoger una intención para ese día, a través de una palabra o una frase que tenga para ti un significado especial, personal o espiritual.

Algunos ejemplos pueden ser: “Yo Soy amor”, “Hoy no me preocuparé y seré feliz”, “En el día de hoy todo será paz”.

5. Empieza a respirar por la nariz (si puedes, en caso contrario puedes hacerlo por la boca) y mientras lo haces, repite para ti misma la palabra o la frase en silencio.

Puedes susurrar la palabra o la frase, pronunciarla en silencio (es decir, mover la lengua y los labios como si estuvieras diciéndola, pero no en voz alta), o, sin más, repetirla mentalmente. Si te distraes, vuelve a repetir la palabra o frase.

Otra alternativa es seguir tu respiración según el aire entra y sale por la nariz. Vuelve a ella cuando te distraigas.

6. Mantén la meditación durante 5 minutos o más; entonces levántate lentamente y continúa con tus tareas diarias.

Al finalizar es muy importante hacerte estas preguntas:

¿Cómo me he sentido?

¿Han aparecido algunos pensamientos recurrentes en mi mente? Si fue así, toma nota de cuáles fueron? De esa forma podrás estar atenta a ellos para dejarlos pasar la próxima. Recuerda, la mente funciona en forma automática y a los pensamientos hay que dejarlos pasar.

Si practicas con regularidad pronto vas a tomarle el pulso y a comenzar a vivir los beneficios de esta práctica.

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La práctica básica es en realidad muy sencilla y no hay que ser un experto para hacerla, o para gozar de sus extraordinarios beneficios.

* La autora es life & business strategist. Su sitio web es https://www.paulacabalen.com/. Puedes seguirla en su cuenta de Instagram @paulacabalen

*Las opiniones emitidas en este escrito son responsabilidad exclusiva de su autora.

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