Masta Quba tenía 14 años de edad cuando le empezó a gustar el hip-hop. Aunque siempre escuchaba este tipo de música, nunca se le ocurrió que ella podría interpretarla; los artistas que escuchaba eran todos masculinos.
Cuando tenía 16 años vio por primera vez a una mujer rapera; era Anita Tijoux, MC del grupo de hip hop Makiza “y vi que alguien como yo podía hacerlo”, compartió durante su intervención en el conversatorio Cantando realidad, artistas creadoras de oportunidades, del Primer Encuentro Latinoamericano de Mujeres en la Industria (Mim Latam) desarrollado en Panamá del 15 de julio al 7 de agosto.
La rapera y activista mexicana, con más de 15 años de carrera musical, canta para lo que importa. Su arte es una plataforma dedicada a darle voz a las realidades de las mujeres de su país como la violencia de género, el machismo y el empoderamiento.
“En un país como México, donde a las mujeres se nos ve como cualquier cosa menos como personas, es importante ocupar los espacios para decir lo que pensamos, contar nuestra verdad, lo que nos atraviesa y no lo que dicen otros sobre lo que es ser mujer”, comenta la artista en entrevista para Ellas desde México.
Cantando realidades
La música rompedora de Masta Quba pretende quebrar ideas que afirman que hay sitios a los que una mujer puede pertenecer o no. Temas como la autodefensa y el acoso callejero, las cifras de feminicidios, violencia doméstica y abusos encuentran espacio en los raps de la artistas independiente mexicana.
“Mi forma de motivar es incomodar”
Ser una cantante que expresa su sentir, aun cuando miembros de la esfera artística en la que creció la limitaban, representa para ella la responsabilidad de ser referente para las generaciones que vienen y de cambiar la narrativa cuando se canta sobre mujeres. “Cuando se habla de nostras en la música nos sexualizan, objetivizan, nos rebajan o nos hacen víctimas de ese romanticismo donde nos endiosan de tal manera que somos consideradas propiedad”
En más de 15 años de ser una artista femenina del rap y el hip-hop, el no, que por muchos años aceptaba cada vez que se lo decían, ha sido su mayor obstáculo. “Me costó entender que podía mandar en mi vida y que mi poder más grande era la elección; de qué quiero vivir, qué me quiero poner, qué quiero representar, de decir lo que me duele porque si no, muero en vida”
Un artista que quiera hacer música que cambie rumbos, debe permanecer nombrando su causa con la seguridad de que está ahondando un tema importante. La mexicana cree que si los cantantes con millones de escuchas tomaran consciencia del privilegio que significa poder llegar a grandes masas, se empezaría a notar cambios. “La música ha acompañado a las revoluciones sociales. Así nació el hip hop, lo cantaban personas que querían visibilizarse para existir en un sistema que los estaba borrando. Es una utopía que Bad Bunny o Karol G se pusieran en las pilas para decir realmente las cosas, no tanto por moda ni para nombrar de manera superficial que hay violencia, sino profundizando y educando a partir de la música”
Así como ella tuvo referencias de otras mujeres en el rap, quiere ser parte de esa inspiración que lleve a otros a decir: yo también quiero nombrar lo que sucede. “La mejor forma que he encontrado para motivar es incomodar; cuando de repente desestabilizas a alguien de su privilegio y zona cómoda para mostrar que hay formas más directas de hacer el cambio. Creo que debemos seguir el ejemplo de Nina Simone, que tratemos de cambiar el mundo aunque nos volvamos locos en el intento”.
Nosotras tenemos otros datos es el tema más reciente de Masta Quba donde denuncia el aumento en los casos de violencia de género y la falta de protección a las víctimas por parte del sistema judicial.