Mariangel siente que se ha vuelto más disciplinada desde que toca el violín. La cuarentena le permitió afianzar esa destreza porque ahora tiene más tiempo para practicar.

La pandemia le trajo de esas oportunidades que solo la virtualidad podía facilitar: empezó a estudiar de manera remota en la fundación Danilo Pérez con la profesora Graciela ‘Chelín’ Núñez, una de las violinistas que más admira en Panamá. “Sabía que le daba clase a los mejores, que había estudiado en Estados Unidos. La admiraba mucho”, cuenta Mariangel González en entrevista vía Zoom.

La artista de 12 años vive en Veraguas. Antes de la pandemia, su mamá la llevaba todas las semanas a Aguadulce para que diera clases con un profesor que pudiera potenciar su nivel como violinista; en sus clases anteriores ya iba más avanzada que el resto.

Su mamá la inscribió desde los siete años en cursos de guitarra. Cuando tenía ocho, la llevaron a un curso de este instrumento en el INAC. “Llegué y vi a unos niños a los que les enseñaban a tocar típico en violín. Ahí quise aprender violín”.

El formato de las clases virtuales con la profesora Graciela le gusta; le permite desarrollar mejor sus habilidades. “Siento que me he vuelto más responsable. También, gracias a la profesora, soy más disciplinada y exigente conmigo. Los fines de semana tengo que enviarle muestras de lo que toqué durante la semana. Me gusta grabarlos porque puedo ver si conseguí mis objetivos o qué me hace falta”.

Para ser una estudiante de música destacada, recomienda ver videos en Youtube de otros artistas que toquen el mismo instrumento. Invertir mejor su tiempo libre y dar prioridad a sus prácticas le hace más dedicada. “El violín me dio disciplina. Hace que me sienta mejor conmigo misma cuando me doy cuenta que he cumplido alguna de mis metas”.

Le gustaría estudiar música en un conservatorio o escuela en el extranjero. De hecho, cuando se enteró que la Fundación Danilo Pérez otorga becas a sus estudiantes, fue cuando empezó a trabajar más duro. Los logros de Mariangel han motivado a su pequeña hermana de siete años a interesarse por la música; ella también recibe clases en la Fundación, pero de piano. Las niñas son de las primeras en su familia en tocar instrumentos.