Con una mano adelante y otra atrás. Así llegaron los hermanos Alberto, Edmundo e Isaac Silvera a Panamá. Corrían los años 1950 y nuestro país era un faro de esperanza para tantos migrantes que, como ellos, llegaron a una tierra que prometía oportunidades.
Eran otros tiempos, rumbos y circunstancias. La Avenida Central era el corazón de la actividad comercial en la ciudad. Los hermanos se remangaron hasta el hombro y se pusieron a trabajar. En un inicio se dedicaron al negocio textil, en la bajada de Salsipuedes. Algunos años después, tras haber saboreado el éxito con el almacén La Primavera, decidieron darle forma a las telas y expandirse al mundo de la moda. Así, en mayo de 1963, el primer almacén Saks abrió sus puertas en Santa Ana.
Escogieron el nombre en un viaje que hicieron a Nueva York para comprar mercancía. Caminaban hacia una cita cuando avistaron Saks Fifth Avenue. El nombre caló, pero no tardaron en aprender su primera lección.
Su negocio fue ideado para ofrecer vestidos finos, de marca, pero no tuvo la aceptación que esperaban. Al darse cuenta de que esta fórmula no iba a funcionar, hicieron lo que todo buen hombre de negocios hace: se adaptaron a las necesidades del mercado y cambiaron su formato. Así empezó lo que Modas Saks es hoy: una cadena de almacenes que suple, entre otras cosas, moda para mujeres, hombres y niños a precios accesibles para todos.
A mediados del siglo pasado, los centros comerciales no figuraban ni en la imaginación de los panameños. No había más que la Central, donde los consumidores llegaban en buses y se bajaban a comprar.
Saks se fue consolidando como un destino favorito para los compradores. No solo por sus buenos precios, sino por la atención de su personal y sus exitosas campañas publicitarias. En la década de los 70 adoptaron el pegajoso eslogan “¿A dónde vas? A Modas Saks” y lo convirtieron en jingle. De existir en esos tiempos las redes sociales, probablemente se habría vuelto viral. Incluso hoy, tantos años después, es común que responda “A Modas Saks”, cuando se le pregunta a alguien que a dónde va. Más adelante surgió “Ahorre tiempo y dinero visitando Saks primero”.
Modas Saks, desde Santa Ana hasta la Vía España
En las oficinas centrales de Grupo Primavera, hay un muro donde se exhiben enmarcadas todas las bolsas plásticas que han sido parte de Saks y que narran su historia, desde la primera, que tiene escrito una sola ubicación y un teléfono con seis dígitos, hasta la más reciente, con el logo actual, siete locales y sus redes sociales.
Por muchos años solo estuvo el Saks de Santa Ana. En 1982 abrió el de 5 de Mayo. Le siguieron Calidonia, Los Pueblos, San Miguelito, El Dorado, Westland Mall, Mega Mall, Santiago Mall, y el más reciente, Saks Vía España, que abrió hace unas semanas.
Este establecimiento fue recibido con brazos abiertos. De hecho, el entusiasmo se sintió hasta en Twitter, donde fue trending topic. La clientela se aglutinó en el comercio. Gente de El Cangrejo, Obarrio y El Carmen estaban felices de que ya no tendrían que ir lejos para encontrar los precios y la calidad Saks. A la nueva sucursal también llega afluencia de turistas y personas que trabajan por el área.
Irónicamente, el primer almacén que estuvo en ese mismo local fue Sarah Panamá, que abrió en 1982. Previamente, cuando el dueño había viajado a Chicago, le dijo a su arquitecto que quería que su almacén fuera igual al Saks Fifth Avenue de Chicago. Por las vueltas de la vida, 37 años más tarde, el mismo local terminó albergando un Saks de Panamá.
Modas Saks, desde Santa Ana hasta la Vía España
También han sido inquilinos del enorme local las tiendas por departamento Figali y Collins. Después de este desfile de almacenes dirigidos a la clase media/alta, un usuario de Twitter cuestionó que el nuevo ocupante fuera un almacén popular. La respuesta de los demás usuarios no se hizo esperar, quienes lo sepultaron con sus tuits, dejando de manifiesto el aprecio y la lealtad que goza Modas Saks.
A pesar de la situación económica que vive ahora Panamá y la incertidumbre palpable, los directivos de la empresa decidieron abrir este nuevo frente porque se trataba de un local que ya estaba listo y a un buen precio de alquiler. Pero lo más importante fue darle un voto de confianza al país, y transmitir un mensaje positivo de que tenemos oportunidades y hay que arriesgarse.
Lo que separa a Saks de otras tiendas populares es la calidad de su mercancía -en todos los departamentos, hasta hogar y juguetería-, la variedad de sus productos y su buen precio. La clientela lo reconoce por los lotes de mercancía, provenientes de Estados Unidos y hasta Europa, y su ropa de frío. Todos los estantes de ropa de invierno en Vía España se vaciaron en menos de dos días. Pero la cadena tiene un valor más allá del tema de los lotes, y es el sentido de pertenencia que han ido desarrollando sus clientes a lo largo de los años.
Muchas recuerdan con cariño a la señora Vicky, quien por décadas fue la subgerente de la sucursal de Santa Ana. Abrazaba a los clientes, los saludaba, les regalaba pastillas. Saks fue su vida, y de cierto modo, ella se convirtió en símbolo de Saks. Salió hasta en algunas propagandas, con una escoba, “barriendo los precios”.
Así como la clientela ha cruzado generaciones, igualmente la dirección de la empresa, que ahora la llevan los hijos y hasta los nietos de los fundadores. De ellos aprendieron a perseverar, a dar lo mejor que los clientes esperan y a distinguirse de la competencia.
El señor Alberto, aún a sus 90 años, sigue viajando y comprando para la empresa. Por ahí los clientes lo ven y le dicen “Señor, ¿usted todavía anda por aquí?”. Todas las tardes visita una tienda diferente. “Esto va acá, cambia esto, ¿por qué tienen eso allá?”, va preguntando en su recorrido. “La gente lo aprecia y eso nos inspira a nosotros”, afirma uno de sus sobrinos. “A esa edad todavía tiene el corazón en el negocio”.
Modas Saks, desde Santa Ana hasta la Vía España
Las nuevas generaciones se involucraron en el negocio familiar desde pequeños. En diciembre, como estaban en vacaciones de la escuela y era la temporada de movimiento, iban a dar una mano hasta que cerraran, rondando la medianoche. Una tía mandaba emparedados; la otra empanadas. En ese entonces era así.
En 56 años, son muchas las historias que se han ido tejiendo. Y contrario a lo que algunos puedan creer, Saks no es una cadena para una audiencia popular. Le llegan personas de todos los estratos. Aunque antes había a quien le daba pena admitir que su vestido formal lo había comprado en Saks, ahora hay muchas que muestran con orgullo “Mira ve, lo compré a $25 en Saks”. Al dar una vuelta por su cuenta de Instagram, se puede apreciar cuántas blogueras los han tagueado, llevando sus piezas de ropa y accesorios.
La historia de Saks es una que se empezó a escribir sobro rollos de tela, se ha envuelto en nostalgia y se entrega con esmero en cada sucursal.