Por medio de la ciencia se intenta dar explicación a muchísimos acontecimientos de nuestra vida, entre esos, los intrigantes sucesos paranormales.

Puedes ser escéptico, neutral o realmente haber vivido una experiencia sobrenatural, que igualmente los relatos que deambulan por los pueblos y que cuentan los abuelos te causan una mezcla de curiosidad y temor.

Pero la curiosidad es la base de la ciencia. Cuando se une la metodología científica y la microbiología sale una hipótesis muy interesante para todas estas anécdotas y vivencias: moho.

El moho es un tipo de hongo microscópico presente en casi todos lados, inclusive en el aire. Es muy común en edificaciones y casas, pero también en exteriores. Todos sabemos que donde existe humedad, hay moho. Por ello, si nos centramos en una casa ellos podrían crecer en el techo, ventanas o tuberías, pero también pueden crecer en productos de papel y madera, cartón, pinturas y hasta polvo.

La exposición humana a moho generalmente se relaciona con alergias y asma, dolores de cabeza y síntomas respiratorios y musculares, pero actualmente se empieza a asociar con afecciones en diversos sistemas de nuestro cuerpo, específicamente el nervioso central y periférico. Aquí viene lo interesante.

Algunos mohos de ambientes interiores -ya que son muy variados- producen compuestos tóxicos de forma natural llamados micotoxinas. Grábense el nombre y definición.

Ratnaseelan, Tsilioni y Theoharides en 2018 publicaron un estudio titulado Efectos de las micotoxinas sobre síntomas neuropsiquiátricos y procesos inmunitarios donde reportan que nosotros al exponernos a micotoxinas manifestamos sintomatología derivada directamente por el funcionamiento de nuestro cerebro, así como cambios en el equilibrio de nuestro propio cuerpo, latencia en el reflejo de parpadeo, campo visual, tiempo de reacción, alteración de colores y depresión.

Ahora, una sola micotoxina no producirá efectos, pero una combinación de las mismas sí podría ser tóxico en niveles bajos.

Las ocratoxinas (un tipo de micotoxinas), producidas por hongos de los géneros Aspergillus y Penicillium, comúnmente son encontradas en comida y en edificaciones con problemas de agua, lo que ha sido relacionado con serios problemas de salud, incluyendo sintomatología neurológica en humanos.

En 2011, el doctor Ritchie Shoemaker afirmó que las micotoxinas fúngicas pueden ser más tóxicas que los pesticidas e incluso más que los metales pesados y que pueden llegar a afectar a muchísimas de nuestras células.

Shane Rogers, biotecnólogo y microbiólogo en la Universidad Clarkson, Nueva York, tras analizar muestras de aires en edificios donde se relataron historias escalofriantes y fantasmagóricas llegó a la conclusión de que presenta una mayor cantidad de mohos tóxicos a diferencia de otras viviendas; lo que puede ser una explicación a las historias de aquel edificio.

¿Pueden ser esas micotoxinas producidas por moho la posible razón detrás de todos esos relatos y vivencias que hemos escuchado a través de los años?

Aún falta mucho por investigar, pero no es nada fácil encontrarle la explicación científica definitiva a los sucesos paranormales que suceden desde hace años alrededor del mundo.



* La autora es estudiante de Biología, divulgadora científica y becaria de Senacyt. Recientemente fue nombrada coordinadora de logística de 500 Mujeres Científicas Capítulo de Panamá.

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