Son las mujeres las que despuntan en las carreras académicas. Pero en el mercado laboral  pierden la partida.  El 78% de los hombres en Panamá, tiene trabajo ya sea en el sector público o privado. Entre las mujeres, solo el  51% está en una ocupación con remuneración.

La desigualdad se quiere combatir y el arma efectiva es el liderazgo femenino. A esto apuesta el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con la apertura de un programa para animar a las mujeres a subir la cuesta. El ensayo lo hicieron a lo interno de la organización; se propusieron la meta de que 40% de sus puestos de nivel superior profesional fuera ostentado por damas para 2015 en la región. Casi lo logran; este año  llegaron al 38%, y otra vez  volvieron a retarse y se pusieron una nueva meta de 43% para 2019.

LA INICIATIVA EN PANAMÁ

El ejemplo vendría de adentro hacia afuera, y así fue como el mismo programa, denominado Mujeres líderes emergentes del sector público, llegó en julio pasado a la República Dominicana, y este mes ha aterrizado en Panamá  por petición de la vicepresidenta de la República, Isabel de Saint Malo de Alvarado. El  programa, en alianza con la Escuela de Negocios Incae, se insertó en el sector institucional. Fueron postuladas 50 funcionarias con aptitudes de liderazgo, de cinco ministerios: Relaciones Exteriores, Seguridad Pública, Gobierno, Economía y Finanzas, y Desarrollo Agropecuario. [En la foto superior, las mujeres participantes en el programa de liderazgo de Panamá]

Cada institución postuló a 10. Hubo una selección a través de un proceso competitivo coordinado por el Comité Técnico del BID e Incae, y  la lista se redujo a 30 elegidas con pase directo  al programa Mujeres líderes emergentes del sector público. La formación arrancó el pasado 24 de octubre y se extiende por seis meses -hasta abril de 2018- en el afianzamiento de sus habilidades y potenciales femeninos,  mediante el desarrollo de módulos: dos presenciales y uno virtual.  Todas las seleccionadas cuentan con carreras administrativas  para que sus aportes se vean reflejados en la estructura  estatal a largo plazo.

 

Mujeres panameñas se preparan para liderar en el sector público

Mujeres panameñas se preparan para liderar en el sector público

 

Cuando María Teresa Villanueva, especialista principal de género y diversidad del BID, [en la imagen la de la izquierda] compara la realidad de Panamá con sus pares en América Latina, lo coloca en alta puntuación. “En este país, el 29% de los ministerios es liderado por mujeres, en relación con el  25% promedio  de ocupación femenina en los mismos puestos judiciales, legislativos y ejecutivos en el sector público en el resto de  la región”. Sin embargo, estamos por debajo de Nicaragua, que tiene  52% de mujeres al mando de sus ministerios. La debilidad regional estriba en que los cargos para  mujeres tienden a concentrarse en instituciones tradicionalmente aceptables para su género, como los ministerios de Educación e institutos de la mujer. No suelen estar en puestos de poder, en  ministerios encargados de preparar las estrategias de presupuesto nacional, como Obras Públicas, Economía y Presidencia.

Victoria Cárdenas Simons, jefa de División de Liderazgo y Desarrollo del Empleado del BID, [en la imagen a la derecha] destaca que en el istmo hay mujeres en puestos jerárquicos, como: la Vicepresidencia (Isabel de Saint Malo de Alvarado), el Ministerio de Gobierno (María Luisa Romero); y la Procuraduría General de la Nación (Kenia Porcell), pero es incipiente. En parte porque Panamá también refleja 52% de mujeres en cargos públicos, de las cuales la mayoría no se ubica en los puestos directivos.

¿QUIÉN GANA CUANDO HAY MUJERES EN ALTOS CARGOS?

Ambas especialistas en el enfoque de equidad de género enumeran las ventajas del posicionamiento de las féminas en la alta dirigencia de la administración pública:

• Contar con mujeres en órganos de toma de decisiones conduce a una mejor entrega de servicios públicos para los ciudadanos, al reflejar las necesidades de diferentes grupos de la población.

• Además se potencia la inclusión, se atienden las prioridades de las minorías, que muchas veces son invisibilizadas, y con esto se mejoran las políticas públicas.

• Se crea una cultura de modelos de inspiración que funcionan para que otras mujeres se animen a participar activamente en posiciones de alto nivel. Se reducen prejuicios y estereotipos.

• La mujeres como impulsoras tanto en el sector público como privado hacen crecer la economía. Según la firma consultora estadounidense McKinsey, si hubiese una apertura para la participación femenina, se cerraría la brecha laboral, logrando que el producto interno bruto (PIB) en América Latina se elevara 34% para 2025. Es decir, si las mujeres crecen, las naciones prosperan.

• Las mujeres aportan entre 30% y 60% del ingreso al hogar, lo que les incrementa su autonomía. Su inversiones van dirigidas a la alimentación y escolarización de niños y niñas. Esta acción impacta en la reducción de la pobreza extrema en la región.

• El liderazgo de mujeres facilita su ascenso en espacios laborales, como sucedió a lo interno del BID, en que de las 162 participantes en el programa, el 40% fue promovido y otro 38% rotó a posiciones que incrementaran su experiencia en temas de desarrollo.