En la viña del Señor hay y habrá de todo. Así te encontrarás con personas que se te acercarán con cara amable, pero que están esperando oportunidades para sembrar cizaña y mencionar algo negativo de tu equipo, o de ti, a otros.
Eso también ocurre porque hay gente que se presta para ello. En una ocasión un jefe me pidió que le mantuviera informado de todo lo que sucediera en su área de trabajo. Apenas tenía yo 24 años de edad, pero le respondí que no me iba a prestar para eso. Yo estaba allí para trabajar. Aquel jefe entendió y nunca más me hizo esa petición.
La experiencia me ha llevado a comprobar que uno debe conocer a las personas por su cuenta y no guiarse por juicios o anécdotas negativas contadas por otros. Siempre habrá alguno por allí listo para hablar mal de de los demás, con mala intención.
Cuando eres jefe te llegará información de todos lados como si fuera una competencia. Eres tú quien conoce a su equipo y te tocará comprobar, mediante el trabajo, el carácter de cada uno y determinar hasta donde pueden llegar.
Y de haber algún empleado problemático o no eficiente, si quieres transformar vidas, deberás proceder como un padre de familia cuando no quiere que su hijo, el que más trabajo le da, se le pierda: lo acerca y no lo aleja. Le presta atención, lo orienta y le demuestra lo importante que es.
Esa forma de actuar y acompañar no es la favorita de muchos. Entra en conflicto con quienes prefieren liderar desde el miedo y el ego. Si eres valiente eso no te intimidará y defenderás tu punto de vista en nombre de la paz y de la justicia.
El clima laboral para mí es tan importante como las bases de una construcción. Es el primer pilar para sostener todo lo que venga después. Sin ello no tendrás buenos resultados, habrá descontento y mala actitud.
Prefiero conocer a la gente de primera mano y darle oportunidad, si es necesario, de cambiar. De esa manera construyo lazos con los que se puede embellecer un ambiente de trabajo.
Seguiremos en otra vuelta.