Si siempre te ha interesado conocer sobre marketing –o incluso perseguir esta profesión- ¡quédate! que hoy vengo con un enfoque en esta disciplina que te va a ayudar a complementar tu búsqueda en Google, a hacer que te enamores de sus diversas facetas y que descubras la receta para volverte un experto en la materia.
¿Sabías que se puede trabajar en marketing sin siquiera haber tocado un programa de Paint en tu vida? ¿Que el marketing no es sinónimo de diseñar? ¿Y que su objetivo no es encaletar un producto/servicio?
Marketing es crear momentos, raíz de la necesidad de un pueblo. Digamos, ¿qué problemática te distrae por las noches? Aunque sea por un par de segundos. Puede ser algo tan sencillo como que ya estás cansado de la misma pasta de tomate que llevas probando desde hace años. Si este es tu caso, no te sorprendas tanto cuando vayas al súper como de costumbre y bam, haya una pasta con coco en el anaquel.
Detrás de la gestión para llevarte tu pastita a la mesa, hay un agente de marketing que se puso la capa. Que tuvo que plasmar en un plan de marketing el reason why de traerla, incluyendo el por qué la misma es importante para ti. Y luego, una vez aprobado su plan, se propuso lograr que sepas de su existencia.
Marketing también es pensar en esa pasta de tomate con coco y considerar el cómo la misma interactúa con un concepto clave: estrategia. ¿Ya existe una marca sobre la cual amparar esta pasta? ¿Qué papel jugaría ese producto para la misma? ¿De verdad será de valor para ese segmento? Y después de todo, ¿por qué tú confiarías en mí como marca? ¿cómo te lo hago sencillo? ¿qué valor agregado te traigo yo a la mesa? ¿sobre qué principios estoy construyendo mi propuesta de valor?
Marketing es ir cocinando los detalles: ¿de dónde voy a traer esta pasta? ¿o acaso voy a hacerla en una fábrica local? ¿o a fabricarla en casa? ¿qué opciones de tamaño tengo? ¿la relación tamaño-cantidad te hace sentido? Digo, también tengo que pensar en tus hábitos de compra de modo que se ajuste a tus necesidades. Hablando de tus necesidades, ¿cuánto consumirías? ¿y tus amigos? De modo que te pueda abastecer y no se quede el súper sin producto (por ende, tú)
¿Qué seguía? ¡Cierto! Dinero. O, mejor dicho: desembolso. ¿A qué precio es beneficioso para ti? ¿cuántos gramos posee mi opción de envase? Si mi precio va ligado al contenido y el único frasco que pude conseguir es de contenido alto, ¿el precio final será atractivo para ti? ¿cuál va a ser la diferenciación de precio por gramo entre una pasta regular y una de tomate con coco? Si mi pasta de coco te resulta más cara que una regular… ¿hasta cuanto pagarías por ella? ¿cuál es ese precio máximo por el cual dirías: ‘’Ugh, no gracias’'?
Otro punto: forma de negocios. No siempre mi cliente directo será el consumidor/usuario de mi producto/servicio. Ejemplo: si yo soy un fabricante y venderé un producto a través de supermercados, los mismos son mis clientes y por ende, mi venta está directamente influenciada por la gestión con ellos. Pero igual tengo que estar al tanto del desempeño en sus anaqueles.
Mejor dicho, ¿qué tanto te está gustando a ti lo que ofrezco? De modo que tú les compres a ellos y ellos sigan creyendo en mi producto y haciéndome pedidos. Esa relación venta sell In (venta a cliente) y venta sell out (venta a consumidor final) es el pan de cada día de varios marketeros que buscan generar insights sobre la venta e ir perfeccionando cada vez más esa estrategia para llegar a ti.
Al final, sí, se trata de crear momentos, pero también de trabajar en un propósito compartido. A medida que yo te traiga ese producto que te encanta, le doy un toque especial a tu vida. Y a medida que te siga gustando y lo sigas comprando, le brindas calidad de vida y propósito a ese marketero que mueve montañas para llevarlo a tu mesa.
Y sí, si te apasiona el marketing, puede que termines jugando en ambas canchas: siendo marketero y consumidor de tu propio producto.
- La autora es licenciada en Ingeniería Industrial Administrativa y labora en marketing en la industria alimenticia.
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