Sara Bassan es esposa, madre, abuela y amiga. También es diseñadora de modas. Fue diagnosticada con cáncer de mama en septiembre de 2017. En una entrevista con su prima y amiga Joy Yohros, narra su experiencia. A través de su relato deja de manifiesto que los mejores complementos que puede lucir una mujer no están a la venta en tiendas sofisticadas ni se encuentran guindados en un guardarropa.
Haciéndole frente “Lo primero que me pasó por la mente fue ‘descuidos’, esto es un mal sueño. Pensaba que no sería nada, que todo iba a estar bien, hasta que fui diagnosticada. Traté de mantener pensamientos positivos. La razón me decía que era un tumor maligno, pero el corazón me decía que tuviera fe, que todo iba a salir bien. Fue una batalla interna entre ambos. Tuve que aceptar la realidad y hacerle frente”. “Lo más difícil fue decírselo a mis hijos. Ellos estaban en shock, en negación y muy asustados. Les aseguré que todo iba a estar bien y que esta situación sería temporal. Siento que al verme fuerte se tranquilizaron. Mi esposo fue mi roca; estuvo a mi lado siempre”.
Privacidad ‘vs.’ Prevención “Salí de la sala de operaciones en el hospital de Nueva York a las 6:00 de la tarde. A las 2:00 de la mañana, estando aún bajo los efectos de la anestesia -que irónicamente no me dejaban dormir-, sentí una claridad mental fuera de lo común. Me puse a escribir y a escribir. Mi madre levantó la mirada sorprendida y me preguntó que qué hacía. Terminé de escribir un mensaje en mi muro de Facebook, apreté ‘publicar’, bajé el celular y me dormí”.
“Al día siguiente, cuando agarré el teléfono, me di cuenta de lo que había hecho. No había analizado, sino que sentí la necesidad de alertar a las mujeres; que una cree que esto no nos puede pasar pero que sí pasa; nadie es inmune. Todas somos vulnerables y hay que estar alerta. Sentí que si yo tenía una voz y las personas iban a escucharme, debía usarla”.
Sara Bassan, mejorada
Fuerza para seguir “También quise que todos supieran por lo que estaba pasando para así evitar especulaciones. Quise poder salir a la calle con la frente en alto. No busqué lástima ni compasión, sino que tomé la actitud de que iba a estar bien. Agradecí a todos por preguntar y preocuparse. Mi mensaje fue ‘afróntalo con valentía y ayuda a las demás personas que quizás en algún momento vayan a pasar por esto para que lo hagan con fuerza, valor y dignidad”.
“Gracias a la publicación de mi mensaje en Facebook, recibí muchísimas muestras de apoyo y de cariño de parte de amigos, conocidos y hasta desconocidos, quienes fueron mi gasolina para seguir hacia adelante. El mensaje creó conciencia de que el cáncer es una realidad que amenaza a una enorme cantidad de mujeres. ¡Las cifras son absurdas!”.
“Hubo días muy difíciles en los que no quise hablar, mirar el celular ni salir de la casa, pero cuando me sentía mejor y leía los mensajes, saber que había tantas personas pendientes y rezando por mí, fue muy especial y sin precio. Las muestras de cariño lo fueron todo”.
Sara Bassan, mejorada
Efectos secundarios “Fue un trago muy amargo saber que iba a perder el cabello. Cuando pasó, vi en el espejo a otra persona, calva de la noche a la mañana. A pesar de que la peluca era muy parecida a mi cabello natural, mi pequeña nieta jugaba con ella, la jalaba y me pedía que me la quitara. Cuando llegaba a casa y por fin lo hacía, tenía que hacerle frente a mi yo. Fue muy difícil”.
“Tuve la gran suerte de poder ser tratada en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center en Nueva York, uno de los mejores hospitales del mundo, y seguí el protocolo médico basado en las estadísticas sobre el tipo de cáncer que yo tenía. Me dejé guiar por los expertos e hice lo que les funcionó a personas que tuvieron lo mismo”.
“Los efectos secundarios de la quimioterapia fueron relativamente leves, cosa que agradezco, pero no dejaron de manifestarse malestares físicos fuertes. Aprendí sobre el chemo brain, o cerebro de quimio. Hubo momentos, como escenas, que me contaban que pasaron, pero que no recuerdo. Se borraron totalmente”.
“Otra cosa fue la comida; era mi obsesión. ¿Dónde desayunamos, dónde almorzamos y dónde cenamos? ¡Quería comer todo el día! Eso era efecto secundario de los esteroides”.
“Fue necesario estar pendiente de la manera de aminorar estos efectos. El tratamiento que recibí se llama Red Devil, o Demonio Rojo, el cual tumba el cabello. El segundo protocolo, Taxol, afecta las uñas y dedos; me ponían bolsas de hielo de doble fondo en los pies y las manos”.
Sara Bassan, mejorada
Alerta a mujeres de busto denso “Siento que hubo descuido y que mi condición debió haber sido diagnosticada antes. De haber sido así, quizás hubiese podido evitar la quimioterapia”. “Necesito tocar un punto muy importante y es la práctica de recomendar a las mujeres a hacerse mamografías anualmente, sin considerar si tienen un busto denso. Este examen no siempre va a detectar si hay un tumor maligno, sobre todo en etapas tempranas. La cantidad de radiación recibida anualmente es malísima, y por gusto. Para mujeres con este tipo de busto es más efectivo un ultrasonido, y mejor aún lo que se conoce como mamografía con contraste. Al efectuarse se puede observar al instante si el tumor es canceroso o no. De serlo, este se ilumina como si fuese un diamante”.
Señales del universo “Mi papá estuvo es ese mismo hospital en Nueva York cuando enfermó de cáncer hace 32 años. Volver al mismo lugar me hizo sentir que él estaba conmigo, que me estaba cuidando, que me estaba guiando y me mostraba el camino. Nueva York siempre fue nuestra ciudad favorita y sentí que tenía que vivir eso”. “Ocurrió también que en la sala donde me hacían la quimioterapia había una placa con el nombre de Paul McCartney (mi ídolo) y su esposa. Eso fue muy especial para mí”.
Triunfo y lo que cambia “Jamás me rendí. Quizá flaquee un poco al final, sí, porque la medicina es acumulativa. El día del último tratamiento me sentí como una guerrera victoriosa. Fue un sentimiento de triunfo: ¡lo logré!”.
“Cambian muchas cosas. Tus perspectivas, prioridades, el sentido que le das a las cosas. Cosas que te parecían tan importantes dejan de serlo. Por ejemplo, si algo no me sale bien en el trabajo o en la casa, sé que tengo la oportunidad de volverlo a hacer. Tengo vida. Tengo salud, gracias a Dios. Aprendí a utilizar mejor mi tiempo, a disfrutar la vida y a hacer lo que me hace feliz a mí, no solo lo que complace a otros. Quiero llenarme de momentos positivos, disfrutar de mis hijos y mis nietos, gozar mi familia, dedicarme a mi trabajo que me encanta, hacer lo que me gusta y no perder momentos valiosos por cumplir con compromisos sociales. He aprendido a reconocer que es más importante pasar una tarde con mi familia que ir a la peluquería por una hora para ir a un evento social”.
Sara Bassan, mejorada
Buena cara “Para mí fue muy importante tratar de verme lo más normal posible. Me preparé con una peluca lo más parecida a mi cabello, aunque se puede optar por un lindo pañuelo. No quise verme enferma ni andar por la calle con gorrita, la cabeza pelada, sin maquillaje y sin cejas ni pestañas. En el hospital veía a mujeres que preferían estar así. Para mí aquello igualaba a cargar un letrero que decía ‘tengo cáncer’. Respeto que es una decisión muy personal de cada mujer, que son muy fuertes y tienen una personalidad muy especial, pero siento que para mí hubiera sido como despertar lástima en los demás. Ver a una mujer calva y con la apariencia de estar pasando por un momento tan difícil me hace sentir mucho dolor por ella y me entristece. Yo no quería despertar esos sentimientos en los demás. Quería verme lo más normal posible, como si no me estuviera pasando nada”.
“Siento que estar arreglada sube el espíritu también. No quería ver en el espejo a una Sara enferma y destruida. Eso me hubiera deprimido más. Quería verme bien y sentir que, dentro de todo lo que estaba pasando, tenía un poquito de normalidad”. “Cuando me empezó a crecer el cabello y me quité la peluca, fue extraño porque era un look totalmente nuevo y diferente. Nunca había tenido el pelo tan corto, o quizá sí, pero cuando tenía apenas cinco años. Me la fui quitando poco a poco, estando de viaje, donde no conocía a nadie. Cuando me sentía extraña me la volvía a poner. ¡Para mis nietos todo era un shock!”.
La nueva Sara “A todos nos tocan momentos difíciles en algún momento, y la actitud y manera en que uno mire la vida tienen mucho que ver con el resultado final. Hay que ser optimistas. Aprender de las lecciones y ver cómo podemos mejorar como personas y echar para adelante”.
“Estoy trabajando en un pequeño libro enfocado en el tema del cáncer en la mujer. La idea me la presentó mi amiga Flor María Muñoz Bañales. El proyecto es su bebé y fue muy generosa en incluirme. Estamos muy emocionadas con este plan y esperamos sea una inspiración para las mujeres. Anticipamos publicarlo en enero”.
“Soy la misma, pero mejor. Siempre he tenido mis prioridades bastante claras, quizás ahora aún más. Uno mejora después que pasa una experiencia como esta. Me he vuelto más espiritual, más agradecida con Dios por todo”.
Los consejos de sara para las pacientes y sus familias 1. Mente positiva.2. Enfócate. Esto es algo temporal y va a pasar.3. Organiza tu tiempo, casa, familia, lugar donde te vas a tratar, quién te acompañará, lo que vas a necesitar.4. Toma el control. Yo decidí raparme antes de que se me cayera el cabello, tatuarme las cejas y hacer todo lo que pudiera para que nada me tomara por sorpresa.5. La familia y allegados deben apoyar, pero respetando la voluntad de la paciente. No deben poner en duda las decisiones que ha tomado. Si decidió recurrir a la quimioterapia, porque eso recomendó el médico, ella no quiere oír que la quimio es mala, ni que la pastilla de guanábana o los jugos naturales curan. Cuando yo decidí raparme, algunas personas bien intencionadas me sugirieron esperar a ver si se me caía el cabello. El doctor ya me había afirmado que eso sucedería; así que no digan algo que me confunda. Cada decisión que debe tomar una paciente es difícil, y el exceso de opiniones hace el proceso más duro.