El mundo empresarial puede ser muy solitario, o al menos así lo sintió en su momento Stephanie Valencia, Directora de Divine Events, Inc. En entrevista con ELLAS, compartió que en ese camino “debes aprender a manejar muchas emociones bajo situaciones muy diferentes”. Sin embargo, no dejó que este desafío la detuviera; por el contrario, continuó investigando y educándose para adquirir herramientas de liderazgo efectivas. Esto la llevó a comprender que debía ayudar a otras mujeres en el mismo proceso.

“Dentro de mi camino privilegiado, se me permitió especializarme y capacitarme en otras latitudes donde estos temas ya se desarrollaban con mayor amplitud”, explicó.

Stephanie detalló que, en el mundo empresarial, las mujeres enfrentan múltiples desafíos psicológicos al intentar escalar posiciones de liderazgo. Uno de ellos es el llamado “techo de cristal”, una barrera invisible que impide a las mujeres alcanzar niveles más altos en sus carreras, incluso cuando tienen la capacidad y preparación necesarias.

Esta barrera, señaló, va más allá de un obstáculo específico; se trata de un conjunto de “limitaciones sociales, culturales y organizacionales que frenan el crecimiento profesional”. Para ella, romper este techo “requiere cambios en las empresas, en la sociedad y en la mentalidad de las personas, promoviendo la equidad de género, el liderazgo femenino y una meritocracia real”.

Otra teoría que ha investigado es la de la “abeja reina” en el liderazgo femenino. Según esta idea, algunas mujeres en posiciones de poder pueden resistirse a promover a otras compañeras dentro de sus organizaciones. “Este fenómeno surge como respuesta a la dominancia masculina en la cultura empresarial, la escasez de oportunidades y los estereotipos de género”, detalló Stephanie.

Para ella, la clave para combatir esta dinámica es la sororidad. “Es fundamental crear redes de apoyo, mentorías y espacios donde mujeres líderes brinden oportunidades y guía a otras en desarrollo. Además, se necesita un cambio en la cultura empresarial, con políticas que fomenten el liderazgo inclusivo y la equidad de género”.

Otro obstáculo que enfrentan muchas líderes es el Síndrome del Impostor, que afecta tanto a hombres como a mujeres. “Por más logros y capacidades que tengan, sienten que no merecen el éxito y temen ser descubiertos como un fraude”, afirmó.

“Muchas líderes dudan de su propio mérito, atribuyendo sus logros a la suerte o a factores externos en lugar de a su talento y esfuerzo. Esto genera ansiedad, autolimitación y un miedo constante a no estar a la altura, afectando su toma de decisiones y confianza para asumir nuevos retos”.

Para superarlo, Stephanie recomienda reconocer y aceptar los logros como resultado del esfuerzo y la preparación, buscar mentoras y apoyo en otras mujeres líderes, y cambiar la narrativa interna: en lugar de pensar “no estoy lista”, enfocarse en “tengo las habilidades y seguiré aprendiendo”.

La directora realizó un estudio que demostró que las mujeres que lograron ser exitosas y manejar la crisis del Covid-19 presentaban el común denominador de tener un buen “sistema de soporte y rutinas de bienestar”.

A partir de estos resultados, inició a realizar seminarios para ayudar a las mujeres a comprender su propio estilo de liderazgo, basado en formas como el Liderazgo por Resiliencia, el Liderazgo por Situación y también “que no solamente es lo teórico, sino que hay que saber cuidarse desde adentro hacia afuera”.

Para las mujeres interesadas en desarrollarse en el ámbito corporativo, su consejo es educarse constantemente y nunca rechazar oportunidades. “Si la invitan a una reunión o a asumir un cargo, no diga que no solo porque cree que no tiene lo que hace falta para lograrlo”.

Stephanie considera que lo más importante es atreverse. “Como diría Sheryl Sandberg: ‘Si te invitan a subirte a una nave espacial, súbete’”.

Por último, enfatiza la importancia de cambiar la percepción del liderazgo en un mundo verdaderamente inclusivo. “No estamos compitiendo con o contra los hombres. Lo ideal es sacarnos de la mente eso de liderazgo femenino y liderazgo masculino, porque al final lideramos a las mismas personas. El enfoque debe ser convertirnos en mujeres que compartan su conocimiento con otras, que ayuden a crecer a otras y que, sobre todo, cuiden su salud mental. Por eso, en este mes, las invito a priorizar el autocuidado, porque una mujer sana y feliz lidera efectivamente”.